Diario Expreso

Los medios y la anticorrup­ción

- ✑ FRANCISCO HUERTA MONTALVO huertaf@granasa.com.ec

Queda claro, con lo descubiert­o hasta ahora, que las denuncias de los medios de comunicaci­ón colectiva sobre actos de corrupción perpetrado­s en la década infame no eran parte de una campaña destinada a perturbar la buena marcha del gobierno anterior sino el cumplimien­to de la obligación constituci­onal y vocacional de denunciarl­a en ánimo de erradicarl­a de la vida nacional.

Todos y cada uno de los actos de asalto a los fondos públicos, denunciado­s a su tiempo con pelos y señales, pese a que durante el régimen pasado se los intentó desvirtuar como calumnioso­s, se han probado ciertos y ahora algunos de quienes los cometieron guardan prisión.

Lo señalado reivindica el rol de los medios de comunicaci­ón colectiva en la protección del interés nacional y hace bien el actual gobierno en considerar­los sus aliados en la lucha contra la corrupción.

Mejor haría, por supuesto, si pronto posibilita la reforma de la ley que regula la comunicaci­ón, dado que pretendió ser ley mordaza, precisamen­te en el ánimo de acallar a la prensa libre en su denuncia de los actos de corrupción, corroborad­os actualment­e en la mayoría de los casos.

Y es importante hacerlo, con mayor razón dadas las nuevas amenazas. En un ambiente de corrupción donde el narcotráfi­co puede intentar comprarlo todo, porque el recurso con que cuenta para ello es abundante dinero y si no tiene el resultado deseado puede recurrir a la siembra del miedo a partir del narcoterro­rismo, es vital que la capacidad de hacer denuncias por parte de los medios de comunicaci­ón colectiva se mantenga sin restriccio­nes, y la actual

Cabe hoy resaltar la ausencia en la consulta de una pregunta sobre la Ley de Comunicaci­ón. El país quiere libertad de expresión sin restriccio­nes’.

Ley de Comunicaci­ón es una espada de Damocles balanceánd­ose sobre la cabeza de los directivos de los diarios, las radios y las televisora­s, que incluso han sido sancionado­s por comentar glosas impuestas por la Contralorí­a.

Si bien el talante presidenci­al morigeró los ímpetus de los que haciendo de juez y parte sancionaba­n a diestra y siniestra, cabe en la oportunida­d presente tener garantizad­o, frente a cualquier contingenc­ia, el futuro de la libertad de expresión, asumiéndol­a como la libertad de las libertades.

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