Los medios y la anticorrupción
Queda claro, con lo descubierto hasta ahora, que las denuncias de los medios de comunicación colectiva sobre actos de corrupción perpetrados en la década infame no eran parte de una campaña destinada a perturbar la buena marcha del gobierno anterior sino el cumplimiento de la obligación constitucional y vocacional de denunciarla en ánimo de erradicarla de la vida nacional.
Todos y cada uno de los actos de asalto a los fondos públicos, denunciados a su tiempo con pelos y señales, pese a que durante el régimen pasado se los intentó desvirtuar como calumniosos, se han probado ciertos y ahora algunos de quienes los cometieron guardan prisión.
Lo señalado reivindica el rol de los medios de comunicación colectiva en la protección del interés nacional y hace bien el actual gobierno en considerarlos sus aliados en la lucha contra la corrupción.
Mejor haría, por supuesto, si pronto posibilita la reforma de la ley que regula la comunicación, dado que pretendió ser ley mordaza, precisamente en el ánimo de acallar a la prensa libre en su denuncia de los actos de corrupción, corroborados actualmente en la mayoría de los casos.
Y es importante hacerlo, con mayor razón dadas las nuevas amenazas. En un ambiente de corrupción donde el narcotráfico puede intentar comprarlo todo, porque el recurso con que cuenta para ello es abundante dinero y si no tiene el resultado deseado puede recurrir a la siembra del miedo a partir del narcoterrorismo, es vital que la capacidad de hacer denuncias por parte de los medios de comunicación colectiva se mantenga sin restricciones, y la actual
Cabe hoy resaltar la ausencia en la consulta de una pregunta sobre la Ley de Comunicación. El país quiere libertad de expresión sin restricciones’.
Ley de Comunicación es una espada de Damocles balanceándose sobre la cabeza de los directivos de los diarios, las radios y las televisoras, que incluso han sido sancionados por comentar glosas impuestas por la Contraloría.
Si bien el talante presidencial morigeró los ímpetus de los que haciendo de juez y parte sancionaban a diestra y siniestra, cabe en la oportunidad presente tener garantizado, frente a cualquier contingencia, el futuro de la libertad de expresión, asumiéndola como la libertad de las libertades.