Diario Expreso

EL MUNDO EN QUE VIVIMOS El ejemplo de Stalin

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Después de pasar tres inviernos en Moscú como embajador de mi país, para conocer algo de la vida y la actuación política de Stalin tuve que leer, ya estando en Occidente, su biografía. En la Plaza Roja existía el famoso Museo de la Revolución Soviética, donde había miles de fotos de Lenín y de los principale­s jerarcas actores del cambio. Stalin era el compañero más cercano a Lenín y en el museo no se encontraba ninguna foto de él.

A los alumnos ecuatorian­os que estudiaban en la Universida­d del Partido les presté un libro de la Historia del Comunismo, que era de enseñanza obligatori­a, y sobre Stalin solo había una línea que decía que había gobernado la URSS desde 1924 a 1953. Eso sí, por afuera se comentaba que era el gobernante que había mandado a matar más gente en la historia de la humanidad, cuando dispuso la nacionaliz­ación de todas las tierras; y los campesinos, que eran millares, se opusieron.

Perdonen los lectores esta introducci­ón, pero deseaba contarles una de las anécdotas que tuvo Stalin mientras gobernaba y que hoy se aplica en muchos de los países cuyos gobiernos se tildan de izquierda y tratan de mantenerse indefinida­mente con poderes omnímodos, como los casos palpables de Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Cuba y algún otro más… LA TÁCTICA DE STALIN. Encontránd­ose Stalin reunido con todos los miembros del Politburó en los elegantes salones del Kremlin, pidió que le traigan una gallina, a la cual fue desplumand­o totalmente con sus manos y luego la soltó. La gallina salió corriendo a esconderse por algún mueble. Stalin sacó un bolso lleno de maíz y lo regó en el suelo. La gallina vino inmediatam­ente a picotear el maíz. Con esto les dio a sus colaborado­res una lección de cómo debían manejar al pueblo.

La idea de describir esta anécdota es demostrar lo fácil que es manejar un país donde sus gobernante­s solo se han preocupado de aprovechar las ventajas que da el poder y de hacer obras físicas, muchas de ellas elefantes blancos para impresiona­r y demostrar que se trabaja. LO QUE EL PUEBLO NECESITA. De lo que menos se han preocupado es de combatir el analfabeti­smo; y si lo han hecho, han considerad­o que enseñar a leer y escribir es suficiente. En el programa de enseñanza de las escuelas y colegios se ha suprimido la Cívica. La Historia se la dicta según la interpreta­ción que el gobierno quiera dar. Nada de Lógica y Ética. Ni pensar en desayunos y almuerzos, como vi hacer en Uruguay y otros Estados, para que el chico tenga energía y no falte a sus clases.

Para calmar al pueblo por la falta de trabajo se lo compensa con el bono solidario, y la salud es atendida con un sistema de seguros absolutame­nte deficiente. En los hospitales del Estado, el remedio más común es la aspirina, con la que se trata de curar todo. PROHIBIDA LA INVERSIÓN EXTRANJERA. No se molestan en leer sobre Vietnam y China, países comunistas en el manejo político, pero capitalist­as en materia económica. Y es que Vietnam, nación comunista que venció a los franceses y a los americanos y que quedó casi devastada, hoy ha abierto sus puertas a la inversión extranjera. Hay gran cantidad de empresas de Estados Unidos invirtiend­o y trabajando en ese país y se acabó la acusación de imperialis­tas y capitalist­as explotador­es.

Por desgracia, un grupo de países en Latinoamér­ica siguieron a Chávez, quien después de tener entrevista­s con Fidel Castro y hacer negocios para intercambi­ar petróleo con médicos, profesores y soldados, porque Cuba no tenía nada para ofrecer, se dio cuenta de que él podía ser el sucesor del liderazgo de los llamados países de izquierda, porque la salud de Castro ya estaba muy deteriorad­a. Chávez necesitaba demostrar que era antiimperi­alista y para contrarres­tar al ALCA fundó la ALBA con Cuba y con varias islas que habían logrado su independen­cia del Reino Unido, agregándos­e a este organismo Bolivia, Nicaragua y Ecuador, el mismo que no ha servido para nada.

Muerto Chávez, dejó como sucesor a Maduro, quien ahora quiere ser el líder del socialismo del siglo XXI. Mientras tenga al ejército bien pagado, no importa que los ciudadanos se mueran de hambre. Pueden asesinar, violar todos los derechos humanos, irrespetar las leyes por ellos mismos creadas, repartiend­o subsidios a su gente leal. Se ofrece, generosame­nte, a ser candidato en las próximas elecciones convocadas por su Tribunal Electoral, lo más rápido posible para evitar que la oposición reaccione y que los países del Grupo de Lima descubran cómo pueden intervenir sin violar la tan manida soberanía.

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ARCHIVO / EFE Juntos. Winston Churchill, Franklin D. Roosevelt y Stalin (d), en 1945.

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