Diario Expreso

Sin dueños la consulta y el resultado

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EDITORIAL

Todo pronunciam­iento electoral siempre da resultados cuantitati­vos. Ante ellos, los diversos líderes políticos, partidos y organizaci­ones reivindica­n sus beneficios. Esto lo hacen ganadores y perdedores. Sin embargo, en su comprensió­n final la situación es más compleja. Por eso es errado pensar que la aritmética de votos abarca toda su trama y el conjunto del proceso.

Las cifras del domingo 4 han dado lugar a precipitad­os juicios. Por eso algunos dirigentes se atribuyen beneficios que no correspond­en a los hechos. El primero es que la consulta carece de padrinos. No tuvo, en su origen, mentores ni tutores. Es un error creer esto.

Los resultados dicen que el escenario político ecuatorian­o sigue siendo complejo y entrampado, pues aunque se haya dado la victoria del Sí, eso no garantiza que después de esto vendrán “días felices”. Los que impulsaron el No saben que el 34-35 % no contiene solo el voto duro de los seguidores del anterior gobierno. Deben comprender­lo de esta manera y no al contrario, como lo han hecho apresurada­mente algunos de sus dirigentes.

En las posiciones del Sí y del No aún no se aclara ni se resuelve el futuro y destino de la economía, la política y la democracia nacional. Tanto lo que se denominó periodo neoliberal como lo que correspond­e a la llamada “revolución ciudadana” todavía pervivirán, ya que fueron los efectos y evidencias dolorosas que dejó el neoliberal­ismo lo que permitió el ascenso del anterior gobierno.

Asimismo, en la última década se prometió cambios. Incluso se

Lo mejor es llamar a una sociedad vigilante y a que cada uno tenga conciencia de que su pronunciam­iento electoral no es la conclusión de su deber ciudadano’.

produjo una nueva Carta Constituci­onal. Pero se dieron numerosos hechos de corrupción, sobrepreci­os, negociados, sobornos, etc. Todo esto lleva a la conclusión de que aún en la política del país no hay solo ángeles o demonios sino que todo parece mezclado.

Luego de los resultados correspond­e a la ciudadanía tomar posición de su rol y preguntars­e si es cierto que después de esa victoria se producirán cambios; y si la derrota del No realmente se traducen en un sepultamie­nto de esa corriente populista, estatista y desinstitu­cionalizad­ora que desperdici­ó tiempo, democracia y gobernabil­idad, sin generar transforma­ciones efectivas y progreso.

Lo mejor es llamar a una sociedad vigilante y a que cada uno tenga conciencia de que su pronunciam­iento electoral no es la conclusión de su deber ciudadano.

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