Forzar un cierre “me encantaría”
El presidente Donald Trump dijo ayer que le “encantaría” forzar un cierre parcial de la Administración federal de Estados Unidos por falta de fondos en caso de que los demócratas en el Congreso no acepten las condiciones que él ha planteado para reformar el sistema migratorio del país. La Administración federal podría tener que paralizar de nuevo sus actividades en la medianoche de mañana si los republicanos y demócratas del Congreso no se ponen de acuerdo en un presupuesto. decenio. Otro tanto sucede con el plan de infraestructuras, de 1,7 billones de dólares, que Trump anunció en el discurso del estado de la Unión.
Todo ello contribuye a un clima donde, como siempre ocurre en economía, igual luce el sol que llueve. Mientras no pocos demócratas han aprovechado para ajustar cuentas, destacados republicanos han entendido la caída que se vivió del jueves al lunes (casi 2.100 puntos, un 8 por ciento del valor del Dow) como un saludable indicador de que los sueldos están subiendo, lo que habría aumentado la tensión inflacionaria y las posibilidades de una subida de los tipos de interés, con la consiguiente y previsora contracción del ultrasensible mercado bursátil. Desde esta perspectiva, lo sucedido habría sido una mera corrección, sin incidencia grave en el futuro. Una tesis a la que la Casa Blanca se apuntó: “El presidente sigue centrado en los fundamentos económicos, que permanecen excepcionalmente fuertes, con cifras históricamente bajas de desempleo y crecientes subidas salariales”.
Ajuste, aviso o ambas cosas, el lunes negro ha dejado claro lo que Trump no ha querido reconocer. Él no es el barómetro de los mercados. Bueno o malo, no es el hacedor de la economía estadounidense. Su silencio habla por sí mismo.