La gastronomía, el ancla del turismo vivencial en El Oro
Del chivo al hueco al marisco, pasando por el tigrillo, enlaza la interculturalidad ❚ La Cámara Provincial de Turismo identifica las rutas del páramo al manglar
La ‘Orgía de mariscos’ rebosa. Basta conque uno se decida a meterle mano y el festín empieza. Frente a la playa de la isla Jambelí, Lenín Samaniego lleva a sus comensales lo mejor de la gastronomía del mar, hoy convertida en un punto de referencia por el cual se quiere hacer resurgir el turismo de El Oro.
Al otro extremo de la provincia, en Arenillas, es el chivo al hueco el que resalta como el plato típico a promocionarse para, a partir de allí, impulsar el ingreso de más visitantes.
Su sola preparación es ya un enganche al turista: para elaborar este plato típico se pela al chivo y se deja que se oree de un día para otro; se lo condimenta, se hace un hueco de un metro de profundidad en la tierra -que no tenga humedad- colocan leña seca, ponen la olla con la carne de chivo y tapan el hueco colocándole hojas de zinc para que no le caiga tierra.
EL DETALLE Presentación. El plan está en apuntalarse en la gastronomía criolla, pero darle a esta un valor agregado que atraiga al turista.
Así, la variedad de la gastronomía y toda su riqueza intercultural marcan la oferta gastronómica, en un plan que la Cámara Provincial de Turismo de El Oro tiene claro: hacer de estas el ancla de desarrollo para su sector. Un trabajo que ya arrancó y que, por ahora, combina cuatro rutas: deportes de aventura, agroecológica, cultural y gastronómica.
Ítalo Encalada, director ejecutivo de la Cámara de Turismo, precisa que el tema pasa por darle “un toque más gourmet” (una mejor presentación a la vista del turista) a toda esa diversidad gastronómica.
El tema es claro y así lo defi- ne Encalada: la idea es promover la riqueza gastronómica e intercultural que encierra la preparación de cada plato y que va con una oferta “desde el páramo hasta el manglar”.
Samaniego, dueño del restaurante El Dorado de Jambelí, en el cual se brinda la ‘Orgía de mariscos’ entiende el plan y asegura que si bien los platos tradicionales gustan, la idea de darles ese toque gourmet es válida, y que “el turista ha llegado al nivel de que el confort supera el precio”.
Y en ese punto Encalada resalta que la gastronomía puede convertirse en el eje que impulse otros destinos menos conocidos, pero igual de atrayentes
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y de una riqueza cultural e intercultural única.
Y pone como ejemplo a Yacuviñay, ubicada a 1.800 metros sobre el nivel del mar. “Un sitio en el cual se asentaron los cañaris después de la guerra con Atahualpa y al que luego llegaron los incas. Es un complejo arqueológico mucho más gran- de que el de los Cañari”.
En este complejo habitacional de la época incaica, de más de 100 hectáreas, se han encontrado piezas arqueológicas y osamentas que hablan de nuestros antepasados. Está ubicado en Atahualpa, uno de los seis cantones de la zona alta de El Oro “que tiene mucho que ofrecer pero al que le falta esa ancla que ahora ya la tenemos claramente identificada”.
En esta oferta gastronómica no puede faltar el famoso tigrillo. “Es algo típico de Zaruma. Quien viene y no prueba esta delicia es como si no ha venido”, dice Carmita Macas, propietaria de ‘Café Zaruma’.
Y de la parte alta se puede pasar, en solo dos horas, a cualquiera de los tres puertos que tiene El Oro: Puerto Hualtaco, Puerto Jelí y Puerto Bolívar, con una oferta gastronómica en el tema del marisco, variada por la influencia que tiene la zona de Perú.