DE ECUATORIANOS
LA CIFRA 45,6 % incluidos quienes ejercen estos oficios integran el rubro de trabajadores informales a nivel nacional.
Están sentados en la vereda, en medio del silbato de los agentes de tránsito, el claxon de los vehículos y el sol o la lluvia de Guayaquil. Como ocurría antes en el centro de la ciudad, en dos puntos de la ciudadela Alborada, grupos de albañiles, electricistas, gasfiteros y pintores ofrecen sus servicios en la calle, como una agencia de empleo al aire libre.
Hay quienes no son del norte y llegan desde Daule o Durán para pregonar el arreglo o destape de tuberías, la construcción de una losa o alguna instalación eléctrica. Lo hacen desde la intersección de las avenidas Francisco de Orellana y Benjamín Carrión, en los bajos del paso elevado.
Son en promedio ocho artesanos, quienes por haber sido despedidos o no haber tenido nunca un empleo formal, se instalaron en este lugar desde hace al menos diez años.
Líder Bravo, constructor; Darwin Ullón, electricista; Alfonso Álava, fontanero -miembros de este aglomerado- aunque no hablan de sus ganancias ni tampoco de lo que cobran (apenas dejan saber que viven con un ingreso diario que fluctúa entre los $ 10 y $ 50, dependiendo de la labor que realicen), aseguran que así han logrado alimentar y educar a su familia.
“Aquí la gente es buena, te busca, te recomienda”. Incluso,