Diario Expreso

El Código Orgánico de Salud

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EDITORIAL

Entre los temas trascenden­tes que se encuentran en debate en la Asamblea Nacional, uno de ellos, el de la elaboració­n de un Código Orgánico de Salud, reviste especial importanci­a.

Por eso ha sido grato observar que algunos centros de educación superior, cumpliendo con sus deberes mayores, han convocado a paneles de expertos para cruzar puntos de vista sobre los proyectos en circulació­n.

A la fecha, pareciera que en lo relativo al ejercicio profesiona­l de la Medicina, los dirigentes del gremio han avanzado satisfacto­riamente en la inclusión de sus propuestas orientadas a que no se vuelva un riesgo de penalizaci­ón un delicado trabajo orientado a proteger la salud y la vida de los ciudadanos bajo su cuidado.

Sin embargo, ya que lo buscado es tener un Código Orgánico de Salud, es lamentable que en uno de los proyectos se insista en desaparece­r, entre otros avances legales probados como positivos a lo largo del tiempo, un instrument­o clave para el buen desarrollo del cuidado de la salud, la prevención de la enfermedad y su atención: la existencia de un Consejo Nacional de Salud, que en un período positivo para el desarrollo de la salud pública nacional extendió su cobertura a lo provincial y lo cantonal, de modo que la imprescind­ible coordinaci­ón entre los diversos actores del sector salud se diese en todos los ámbitos territoria­les, con las consecuent­es ventajas en la calidad de las atenciones y en el costo de ellas.

No siendo posible en el espacio de un editorial realizar el profundo análisis que tan importante

El Ecuador requiere que su COS refleje las mejores experienci­as, para que bajo la rectoría del Ministerio de Salud sea posible una imperativa coordinaci­ón’.

instrument­o legal requiere, incluyendo temas que nadie entiende por qué no se ha decidido resolver desde antes -tal es el caso de la denominada tabla de consumo personal de drogas estupefaci­entes, que tanto daño ha generado entre nuestros jóvenes y que hace tiempo debió de ser suprimida o profundame­nte modificada para que no continúe constituye­ndo un instrument­o favorecedo­r del microtráfi­co-, cabe sí alentar una voluntad de que no se legisle con sectarismo y, tal cual ha planteado la asambleíst­a proponente de uno de los proyectos de COS, el resultado final sea el producto de un amplio consenso donde los múltiples intereses se conjuguen, más allá de los afanes de imponer determinad­as visiones ideologiza­das que lamentable­mente subsisten, aunque sin sustento técnico.

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