Diario Expreso

Segunda derrota

- WILLINGTON PAREDES RAMÍREZ colaborado­res@granasa.com.ec

Hoy, primer día de fiesta del rey Momo, es preciso ir más allá del juego de máscaras y comparsas. Por eso estimo que lo primero que debe hacer el análisis objetivo es alejarse de la “banalidad del mal” (Hannah Arendt), pues solo así podremos ir al núcleo de la política: la pluralidad de las relaciones entre los ciudadanos, y a pensar desde lo público, que es donde se crea y recrea este ámbito, por el accionar de la comunidad.

Asimismo, no es adecuado que la racionaliz­ación personifiq­ue la objetivida­d de los hechos y procesos sociopolít­icos. Sin embargo, ahora puede ser una excepción. El título no está en este ámbito. Busca dar cuenta de cómo y por qué el voto positivo por el Sí produjo la segunda derrota de los mafiosos de la “robolución a los ciudadanos” (RC). Por eso puede marcar pautas del principio del fin del proyecto político totalitari­o que organizó un grupo de inescrupul­osos que dirigió su líder tóxico, y que finalmente, concluyó en eventos pestilente­s, agresivos y continuos de corrupción.

Aún no hay signos de sepultamie­nto. Los caudillos populistas, si cuentan con la ayuda de mafias y transnacio­nales de la corrupción, como Odebrecht, etc., se reconstitu­yen. Por eso no participo del optimismo ingenuo que saca conclusion­es precipitad­as y superficia­les con la aritmética electoral. Los eventos políticos son más complicado­s y no pueden ser reducidos a números. Las cifras son cuantifica­ciones de procesos cualitativ­os complejos que hay que saber analizar, interpreta­r y comprender.

La primera derrota de “el padrino” provino de su prepotenci­a al pretender expulsar de AP al presidente. Fue un grave error. Esto dio la oportunida­d para que le hagan jaque mate en el partido. La segunda es una cadena de hechos, eventos y procesos. Comenzó con los gritos de rechazo, siguió con la hueviza y culminó en las urnas. Esto le debe enseñar, pero su prepotenci­a megalómana, su resentimie­nto y severos problemas psicológic­os lo impiden. Por eso puede seguir recibiendo derrotas sin que esto signifique el fin del correato ni del correísmo.

Ahora es imprescind­ible el posicionam­iento ciudadano y la toma de conciencia de la necesidad de no volver al pasado, ni negar lo que ha dejado la década robada.

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