Segunda derrota
Hoy, primer día de fiesta del rey Momo, es preciso ir más allá del juego de máscaras y comparsas. Por eso estimo que lo primero que debe hacer el análisis objetivo es alejarse de la “banalidad del mal” (Hannah Arendt), pues solo así podremos ir al núcleo de la política: la pluralidad de las relaciones entre los ciudadanos, y a pensar desde lo público, que es donde se crea y recrea este ámbito, por el accionar de la comunidad.
Asimismo, no es adecuado que la racionalización personifique la objetividad de los hechos y procesos sociopolíticos. Sin embargo, ahora puede ser una excepción. El título no está en este ámbito. Busca dar cuenta de cómo y por qué el voto positivo por el Sí produjo la segunda derrota de los mafiosos de la “robolución a los ciudadanos” (RC). Por eso puede marcar pautas del principio del fin del proyecto político totalitario que organizó un grupo de inescrupulosos que dirigió su líder tóxico, y que finalmente, concluyó en eventos pestilentes, agresivos y continuos de corrupción.
Aún no hay signos de sepultamiento. Los caudillos populistas, si cuentan con la ayuda de mafias y transnacionales de la corrupción, como Odebrecht, etc., se reconstituyen. Por eso no participo del optimismo ingenuo que saca conclusiones precipitadas y superficiales con la aritmética electoral. Los eventos políticos son más complicados y no pueden ser reducidos a números. Las cifras son cuantificaciones de procesos cualitativos complejos que hay que saber analizar, interpretar y comprender.
La primera derrota de “el padrino” provino de su prepotencia al pretender expulsar de AP al presidente. Fue un grave error. Esto dio la oportunidad para que le hagan jaque mate en el partido. La segunda es una cadena de hechos, eventos y procesos. Comenzó con los gritos de rechazo, siguió con la hueviza y culminó en las urnas. Esto le debe enseñar, pero su prepotencia megalómana, su resentimiento y severos problemas psicológicos lo impiden. Por eso puede seguir recibiendo derrotas sin que esto signifique el fin del correato ni del correísmo.
Ahora es imprescindible el posicionamiento ciudadano y la toma de conciencia de la necesidad de no volver al pasado, ni negar lo que ha dejado la década robada.