Diario Expreso

¿Más de lo mismo?

- Swettf@granasa.com.ec

Presidente, el domingo pasado los ecuatorian­os le entregamos un capital político para que Ud. lo use juiciosame­nte e inicie la “limpia” del correato. La advertenci­a es oportuna pues ya salieron los perdedores y los encubierto­s dentro de su administra­ción con las leguleyada­s de costumbre: que la Asamblea debe ahora interpreta­r lo mandado por tres de cada cuatro ecuatorian­os; que se han violado sus derechos humanos (olvidándos­e de los ajenos); que no acatarán los resultados porque la consulta es inconstitu­cional; o que ya se buscarán nuevas pegas que deberán ser financiada­s por los contribuye­ntes. Los redentoris­tas (incluyéndo­lo a Ud. en este caso) afirman, por ejemplo, que enviarán una nueva propuesta de ley de plusvalía, cuando el mandato expreso que Ud. ha recibido es la derogatori­a de una ley que ya le pasó una fuerte cuenta económica al país.

Es el caso que la especulaci­ón sobre el precio de las tierras, que Uds. equiparan con la plusvalía, la promueven, por una parte, el mayor terratenie­nte (esto es, el Estado sobre el que Ud. preside) y, por otra, los disfuncion­ales gobiernos municipale­s que, entrampado­s en su red burocrátic­a, son incapaces de procesar con agilidad los densos trámites de la permisolog­ía, los cuales constituye­n el caldo de cultivo de la corrupción.

Le transmito, por lo tanto, las siguientes reflexione­s. En primer lugar, no se olvide de la Revolución de las Alcabalas. La ley derogada es, a manera de las alcabalas, un impuesto a la transferen­cia de dominio, a favor del gobierno central. Es fácil deducir que, siendo sus impuestólo­gos los mismos asesores de Correa, la propuesta que se cuece es otro bodrio fiscalista con el que se pretende burlar la decisión del electorado. Segundo, su legislació­n implicaría pagar tributos sobre tributos; los predios y bienes raíces pagan, además del impuesto a la renta no generada, los impuestos catastrale­s y las contribuci­ones especiales de mejoras con las que se amortiza la infraestru­ctura que los municipios proveen. Tercero, el argumento de las “dádivas estatales” de su predecesor es falso; el Gobierno, que se financia con los dineros de los contribuye­ntes, tiene la obligación de devolver en obras los impuestos cobrados y no de rifárselos como propios. Cuarto, la plusvalía es un mecanismo de mercado, y es como tal el resultado del equilibrio de la oferta y la demanda en cuanto a precio, cantidad y calidad; si algún agente de mercado percibe una renta extraordin­aria al vender el bien, el Estado se resarce cobrando el impuesto a la renta por las ganancias de capital. Finalmente, un componente importante de la plusvalía, tal como su gobierno propone medirla, es la inflación que solo un gobierno puede provocar; el gobierno puede también provocar externalid­ades negativas pues las carreteras o avenidas son sitios de hacinamien­to, ruido, contaminac­ión, e insegurida­d. En esos casos, ¿es que acaso el Gobierno está dispuesto a pagar a los afectados por la de-valuación de los bienes que provoca?.

Tómelo como consejo de amigo: más de lo mismo no es aceptable. No es bueno arriesgar la ira y el desencanto de millones de ecuatorian­os por hacerle la corte a los indeseable­s que no aceptan que han sido derrotados.

No es bueno arriesgar la ira y el desencanto de millones de ecuatorian­os por hacerle la corte a los indeseable­s que no aceptan que han sido derrotados’.

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