Política exterior de EE.UU. y la izquierda
Considere el desastre que es la política exterior estadounidense bajo el mandato del presidente Donald Trump. Si bien pasó su primer año en el cargo intercambiando insultos con el dictador de Corea del Norte, ese país ha avanzado de manera constante en su programa nuclear, y Estados Unidos se ha aproximado cada vez más a una guerra que nadie quiere. En Siria, en abril de 2017, las fuerzas estadounidenses atacaron instalaciones del gobierno mediante un único bombardeo, que debido a que no recibió ningún seguimiento político ni diplomático, no logró nada. Del mismo modo, después de armar a las milicias kurdas para luchar contra el Estado Islámico (ISIS) en su representación, EE. UU. se quedó a la espera y observó como Turquía atacaba a esos mismos hombres y mujeres. Como resultado de que la administración Trump ha dejado de lado las restricciones de la era de Obama con respecto al uso del poderío aéreo, se alcanzó una “victoria” de la coalición encabezada por EE. UU. en Mosul, Irak, que causó miles de víctimas civiles y dejó un montón de escombros. Al igual que en Vietnam, EE. UU. tuvo que destruir la ciudad para poder salvarla. Mientras tanto, la administración ha desplegado miles de tropas estadounidenses en Afganistán, pero sin molestarse en idear una estrategia política para romper el estancamiento allí. Bajo el mandato de Trump, EE. UU. también se ha convertido en incondicional partidario de regímenes autoritarios, desde Arabia Saudita hasta Filipinas. Y, en Europa, los líderes de extrema derecha en Polonia y Hungría caminan con decisión siguiendo los pasos de Trump. En Israel, se alió efectivamente con el movimiento de los colonos y el gobierno de extrema derecha, rechazando el antiguo sueño sionista del “pequeño Israel”. En resumen, ha alienado a algunos de sus aliados más cercanos, ha debilitado la Alianza de la OTAN y se ha convertido en una presencia intolerante y xenófoba en el escenario mundial. ¿Cómo deberían responder los liberales y los izquierdistas? En la izquierda nos oponemos a casi todo lo que Trump ha dicho y hecho. Sin embargo, ninguno ha ofrecido una alternativa plausible o coherente. Ni hemos debatido sobre política exterior en absoluto; o, simplemente, hemos objetado cualquier uso de la fuerza en el extranjero, a la par de dejamos llevar hacia nuestra propia versión del aislacionismo. El senador de Vermont, Bernie Sanders, hizo campaña fuerte y efectiva en 2016 cuando se abordaban temas de política nacional. Pero a pesar de que se postulaba para presidente del país más hegemónico a nivel mundial, no tenía prácticamente nada que decir acerca de política internacional. Ante todo, la izquierda debe pensar seriamente en el uso de la fuerza, tema central en los debates de política exterior. Es correcto usarla en defensa propia o de los demás. Está mal cuando luchamos por un cambio de régimen, en apoyo de gobiernos autoritarios, o en contra de movimientos nacionales que ya han ganado la batalla conquistando “corazones y mentes”. Otra interrogante fundamental es cómo se debe usar la fuerza. Debe usarse con restricciones diseñadas para minimizar las bajas civiles. Un viejo principio de la ideología izquierdista sostiene que los países capitalistas hegemónicos como EE. UU. nunca pueden actuar bien en el mundo. Pero ese principio está equivocado. Al fin y al cabo, EE. UU. jugó un papel fundamental en la derrota de la Alemania nazi y de la Unión Soviética, dos de los regímenes más brutales de la historia mundial.
En la izquierda, nos oponemos a casi todo lo que Trump ha dicho y hecho. Sin embargo, ninguno ha ofrecido una alternativa plausible o coherente’ .