Aclarando un hecho histórico
El centenario del arribo del médico Hideyo Noguchi ha estado marcado por desinformación. Se ignoraron nombres de personas claves, sin ellas no hubiera sido posible la llegada de los doctores para solucionar la plaga de fiebre amarilla, y se atribuyeron logros a quienes no correspondía. Nuevamente nuestra historia se interpreta sin ajuste a la realidad de los hechos.
Desde 1910 el Gobierno de EE.UU. acordó con el de Ecuador, enviar médicos a residir en Guayaquil para controlar las enfermedades en barcos que llegaban y zarpaban, evitando así la propagación de ellas en Panamá, donde se terminaba de construir el Canal de Panamá (CDP). Uno fue Herman Parker, tronco de la familia que lleva su apellido. La segunda fase era acabar con la fiebre amarilla. Noguchi tenía años viviendo en Estados Unidos, donde trabajaba para la Fundación Rockefeller (FR); era uno de los numerosos médicos que formaban parte de la Comisión de la Fiebre Amarilla creada por FR en 1916. Su presidente había decidido terminar con la fiebre amarilla a nivel mundial. Algo similar a lo que hoy hace la fundación de Bill Gates con el fin de desaparecer la malaria en África.
En este enlace hay una foto de Noguchi con otros científicos y se encuentra la historia digital de esa fundación https://rockfound.rockarch.or g/digital-library-listing/-/asset_publisher/yyxpqfei4w8n/content/dr-hideyo-noguchi-in-his-laboratory.
Quien dirigía la Comisión era el general William Gorgas, anteriormente contratado por el Gobierno de Estados Unidos para exterminar las causas de muerte de los trabajadores de la construcción del CDP. Los franceses habían sido derrotados por el trópico y los estadounidenses se encaminaban a igual suerte si no se hallaban respuestas. Gorgas acabó con los criaderos de mosquitos.
El acuerdo con la FR no hubiera sido posible sin la intervención de Rafael Elizalde, representante de Ecuador en Washington DC, guayaquileño que se destacó en su gestión diplomática; años después hizo posible la contratación de la Misión Kemmerer. Él fue ignorado por nuestra historia, como otros distinguidos guayaquileños.
Nuevamente nuestra historia se interpreta sin ajuste a la realidad de los hechos’.