Diario Expreso

ATRACCIÓN

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Miles de personas van hasta Barcelona para ver la supercompu­tadora dentro de una capilla. En 2018 recibieron 10.300 visitantes, entre estos Dan Brown, autor de ‘El código Da Vinci’.

Es un paisaje infinito de lucecitas intermiten­tes y cables organizado­s por colores: entre 60 y 80 kilómetros de cable hacen posible que el cerebro del ordenador funcione. Una doble puerta de seguridad da acceso a la pecera que protege los armarios. La entrada es por turnos, solo se puede acceder de uno en uno y utilizando una tarjeta y una huella dactilar. El murmullo que se percibe desde fuera se convierte en lo que podría ser el zumbido de miles de abejas una vez cruzada la puerta. Son los 13.700 billones de operacione­s que los procesador­es del Mare Nostrum 4 realizan cada segundo.

Su historia se remonta a 14 años atrás, cuando Mateo Valero, director del Centro Nacional de Supercompu­tación, recibió la propuesta de gestionar e instalar en el campus de la Universida­d Politécnic­a de Barcelona -a la que pertenece la capillael primer superorden­ador: una máquina que iba a desarrolla­r IBM para la que el Gobierno buscaba un hogar. “Solo nos daban cuatro meses para montarlo ¡y ni siquiera sabíamos dónde meterlo!”, cuenta Sergi Girona, director de operacione­s del centro. “Necesitába­mos un espacio de 160 metros cuadrados, sin columnas que entorpecie­ran, alto y disponible. Solo teníamos la capilla”.

Pero Mare Nostrum 4 es

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