Economía, política y cambio
EDITORIAL
Es común decir que la economía constituye una realidad y un aspecto básico de toda sociedad, por lo cual merece mucho cuidado y responsabilidad. También se afirma que su manejo debe darse con un práctico sentido común para alcanzar las metas y objetivos que se desean. Para ello se recomienda a las altas esferas del Estado, que cuando se la maneje y cuando de ella se hable o se decida, se lo haga teniendo en cuenta este criterio. Es decir, que se la “administre” con sensatez y con una racionalidad elemental. Sin embargo, no todos los gobiernos y los líderes políticos asumen y cumplen estos principios generales.
¿Por qué no lo hacen? ¿Es que no son capaces de hacerlo y en consecuencia no lo intentan? Ge- neralmente los gobernantes, dirigentes y líderes políticos no pueden dejar de “contaminar” la economía con la política. Y es precisamente esto lo que les impide administrarla con eficiencia desde el ejercicio del poder. A esto se debe la grave situación que vive el país. Por lo tanto, lo que más se requiere hoy es que no se “ensucie” la economía del Ecuador con los intereses políticos de grupos, partidos y sectores sociales que siempre quieren obtener beneficios particulares.
Además, en la encrucijada en la que se encuentra la economía nacional, tras una década de irresponsable despilfarro, es necesario que el Gobierno sepa bien hacia dónde debe dirigir la política económica para que esta no vuelva a generar los graves resultados que han dejado 10 años de un accionar político de propaganda
Lo que pide la ciudadanía es una economía sin política. Que se ponga al país en la ruta de una efectiva reactivación, donde cada agente económico haga eficientemente lo que la realidad demanda...’.
y de jolgorio partidista.
Lo que debe primar, fundamentalmente, en la propuesta económica del Gobierno es una clara conciencia de las cifras reales, tanto del Presupuesto General del Estado como de cada uno de sus rubros; del déficit fiscal, del endeudamiento, de la inflada burocracia, de los gastos superfluos, etc.
Lo que el país requiere con urgencia son acciones prácticas que permitan cambiar el rumbo de la economía para salir del crítico estado en que nos dejó el programa del régimen anterior.
En pocas palabras, lo que pide la ciudadanía es una economía sin política. Que se ponga al país en la ruta de una efectiva reactivación, donde cada agente económico haga eficientemente lo que la realidad demanda y no lo que la “politiquería” les dice.