¿Mujeres en las fuerzas armadas?
La decisión de Arabia Saudita de permitir el ingreso de mujeres a las fuerzas armadas (parte de su programa de reforma económica Visión 2030) fue celebrada en todo el mundo como un avance hacia la igualdad de género en un país notoriamente desigual. Pero cuando empiecen a enrolarse mujeres, la batalla por la verdadera igualdad dentro de las fuerzas armadas apenas habrá comenzado. Además de las restricciones explícitas que se prevén (obtener autorización de los tutores masculinos, y tal vez que se las excluya de puestos de combate), habrá que desmantelar el rígido sistema patriarcal de las FF. AA. Será una tarea difícil, que demandará compromiso sostenido del Gobierno, planificación, organizacional eficaz y mucha fortaleza personal de las mujeres que se enrolen. En 2001 fui una de las primeras mujeres que entró a la Fuerza Aérea de Pakistán (PAF) y el camino no fue fácil. Esta inclusión se veía como un experimento que podía funcionar o no, y la PAF la aceptó con reservas. Nuestro pequeño grupo de cadetes en la academia de entrenamiento recibió instrucciones de poner límites estrictos a los hombres con quienes íbamos a trabajar. Nuestro comandante nos dijo: “No queremos escándalos. Estos jóvenes nunca vieron mujeres en la academia, y puede que se pongan muy galantes”. Recalcó que en una sociedad conservadora como la nuestra, el menor asomo de escándalo haría pensar que el experimento era un fracaso, y cerraría las puertas a otras mujeres interesadas en ingresar. “La responsabilidad de que esto funcione es de ustedes”. Mucho ha cambiado en la PAF pero sigue habiendo discriminación. Sin embargo, el papel de las fuerzas armadas en muchas regiones está cambiando y es posible que la presencia femenina en ellas adquiera todavía más importancia. Hay cada vez más guerras asimétricas entre Estados y grupos terroristas, lo cual demanda no tanto combate abierto sino un trabajo eficaz de mantenimiento de la paz, por medio de la toma estratégica de decisiones, la recolección de inteligencia y el contacto con los civiles. La población vulnerable en zonas de conflicto está compuesta en su mayor parte por mujeres y niños. Este contexto hace más valiosa la participación de las mujeres, que pueden ofrecer perspectivas no habituales en organizaciones dominadas por hombres. Además, el acceso a la población local es un ingrediente esencial del mantenimiento de la paz, y las mujeres tienen acceso al 100 % de la población, contra solo 50 % en el caso de los hombres, lo cual supone una ventaja incalculable para, por ejemplo, la recolección de inteligencia. Para que las mujeres puedan hacer realidad todo su potencial como recurso militar, se debe resolver la discriminación persistente y otros desafíos (acoso sexual, salud y equilibrio entre la vida personal y el trabajo). Esto será particularmente difícil en Arabia Saudita. El Gobierno tendrá que hacer cambios importantes como: contratar a mujeres de fuerzas armadas extranjeras para que entrenen a las nuevas reclutas, permitir la interacción entre mujeres y hombres, crear mecanismos de protección que alienten la denuncia de acoso sexual, modificar estructuras patriarcales rígidas para habilitar horarios de trabajo flexibles y hacer un despliegue estratégico de las mujeres, en particular en misiones de mantenimiento de paz. Permitir el ingreso de mujeres a las Fuerzas Armadas sauditas es un gran avance, al cual ellas mucho han contribuido. Pero habiendo yo misma transitado ese camino hace menos de veinte años en Pakistán, sé que todavía hay mucho trecho por recorrer.
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