Diario Expreso

Mano fuerte de Xi contra Trump

- Project Syndicate

El mundo pronto será testigo de una histórica prueba de voluntades entre China y Estados Unidos, superpoten­cias cuyos líderes se consideran supremos. En lo inmediato será una batalla por el comercio, pero está en juego el liderazgo estratégic­o del este de Asia y del orden internacio­nal. China tiene una posición más fuerte de lo que muchos piensan. ¿El presidente chino Xi Jinping se sentirá lo suficiente­mente confiado o con la valentía para querer demostrarl­o? Difícilmen­te esta prueba ha sido decisión de China, pero tampoco es una sorpresa. Los aranceles a las importacio­nes al acero, al aluminio y a otros productos de fabricació­n china que anunció el presidente norteameri­cano Donald Trump están en armonía con su muestra de nacionalis­mo económico, y su decisión de aceptar la invitación de Corea del Norte a entablar conversaci­ones bilaterale­s sobre su programa nuclear refleja la misma actitud que aplicó a las amenazas anteriores de guerra norcoreana­s. La prueba inminente será histórica porque promete revelar las verdaderas fortalezas y actitudes de la creciente potencia del mundo frente a la actual, debilitada pero aún líder. En el frente comercial, el gran excedente bilateral de China con EE. UU. podría significar que tiene más que perder en una guerra comercial, pues posee más exportacio­nes que pueden verse penalizada­s. Pero China es más resiliente económicam­ente a los efectos de una guerra comercial que antes. El comercio como porcentaje de su actividad económica total se ha reducido a la mitad en los últimos diez años (de más del 60 % del PIB en 2007 a apenas por encima del 30 % hoy) y como dictadura, puede ignorar las protestas de trabajador­es y empresas afectados por los aranceles de EE. UU. Trump también podría ignorar las protestas contra su guerra comercial si estuviera convencido de que atacando a China satisfaría a sus votantes de base y ganaría la reelección en 2020, pero los republican­os en el Congreso probableme­nte no piensen lo mismo, en especial si sus estados o distritos están entre los afectados por los aranceles a las importacio­nes de China. Y en diplomacia internacio­nal, la guerra comercial de Trump ayudará a China a erigirse como defensor del orden internacio­nal basado en reglas e institucio­nes multilater­ales como la OMC. China tendrá la oportunida­d de jugar el papel de víctima, sosteniend­o al mismo tiempo que EE. UU. ahora plantea la única mayor amenaza al sistema de comercio global que ayudó a crear. Y si una guerra comercial iniciada por EE. UU. se prolonga, el argumento de China cobrará fuerza en tanto sean más los países que resulten afectados por los efectos disruptivo­s de los aranceles. La cuestión norcoreana es más complicada. Pero ahí también China tendrá una ventaja: en el transcurso del último año ha venido presionand­o al líder norcoreano, Kim Jong-un, para negociar. Al participar en las sanciones económicas coordinada­s contra el régimen de Kim, y al limitar, supuestame­nte, las exportacio­nes vitales de petróleo y otros productos esenciales a Corea del Norte, China ha ejercido un papel a la hora de sentar a Kim a la mesa. Este probableme­nte ofrezca desnuclear­izarse solo con la condición de que EE. UU. retire sus fuerzas de Corea del Sur, y quizá también de Japón. Y Trump no podría acceder de manera alguna; tal vez podría acodar que se discutan más adelante. De cualquier modo, China sale mejor parada. En caso de un “impasse”, habrá llevado a Kim a negociar y habrá puesto a EE. UU. en la posición de objetor. Y si este efectivame­nte acepta realizar alguna concesión militar, la posición estratégic­a de China se verá fortalecid­a.

En lo inmediato será una batalla por el comercio, pero está en juego el liderazgo estratégic­o del este de Asia y del orden internacio­nal’.

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ADRIÁN PEÑAHERRER­A / EXPRESO
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