Estrategia global para refugiados
La semana próxima, líderes de América Latina y el Caribe se reunirán en Brasil a discutir soluciones para la crisis global de refugiados. Países observadores, organizaciones internacionales y representantes de la sociedad civil también formarán parte del diálogo organizado por el gobierno brasileño, conjuntamente con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. El objetivo es encontrar nuevas maneras de asistir a los millones de personas desplazadas en la región y en el mundo. Nuestras conclusiones ayudarán a darle forma al aporte regional para un nuevo “pacto mundial sobre refugiados” que será presentado ante la Asamblea General de las NN. UU. más avanzado este año. Ocuparse de la situación de los refugiados es uno de los mayores desafíos que actualmente enfrenta la comunidad internacional, con unos 65,5 millones de personas desarraigadas por la fuerza como consecuencia de la violencia, de desastres naturales y de penurias económicas; más gente desplazada hoy que inmediatamente después de la II Guerra Mundial. Ningún país es inmune a las consecuencias asociadas con los grandes movimientos de refugiados y solo una respuesta coordinada puede mejorar el sufrimiento. En lugar de cerrar las fronteras, la comunidad internacional debe trabajar en conjunto para abordar la cuestión del desplazamiento global. A fines de 2017, Brasil adoptó una nueva ley nacional de migración, que garantiza a los inmigrantes las mismas protecciones legales que a los ciudadanos, en línea con los principios de derechos humanos que rigen la política exterior de Brasil. La legislación también ayudó a simplificar el proceso de naturalización para las personas apátridas, eliminando prácticamente la cuestión de los apátridas en Brasil. Cada país tiene una responsabilidad para ayudar a los necesitados. Sin embargo, en este momento, algunos países están haciendo más que otros para asistir a los refugiados. De la población de refugiados del mundo, el 84 % hoy en día son recibidos por países en desarrollo. Como demuestra a las claras esa cifra, se necesita urgentemente una nueva estrategia, basada en responsabilidades compartidas. Durante décadas, los países latinoamericanos y caribeños han implementado una estrategia unificada para ayudar a los desplazados, mientras que nuestros marcos legales han fijado el estándar global para la protección de los refugiados. En 1984, la histórica Declaración de Cartagena sobre los Refugiados de la región comprometió a los firmantes al principio de no-devolución. Tres décadas más tarde, los gobiernos regionales renovaron esta promesa al adoptar la Declaración y Plan de Acción de Brasil, que apunta a terminar con la apatridia en la región en 2024, entre otros objetivos. Estos acuerdos multilaterales se suman a las políticas unilaterales adoptadas por los países en la región. Esas políticas incluyen protecciones constitucionales para quienes buscan asilo, la provisión de documentos de identificación temporarios y un acceso garantizado a la educación pública, a la banca y a los servicios de atención médica. Cuando los líderes de la región nos reunamos la semana próxima, y luego nos sumemos a los líderes mundiales en Nueva York, tendremos que inspirarnos mutuamente para aliviar el sufrimiento de muchos millones de personas.
El objetivo es encontrar nuevas maneras de asistir a los millones de personas desplazadas en la región y en el mundo’.