Vigilar y gobernar
EDITORIAL
La situación de la frontera norte es crítica, preocupante, grave. Sin embargo, más peligrosas son las perspectivas que tal hecho conlleva para el futuro del país porque, la sociedad, el Estado y el Gobierno ecuatoriano están enfrentando a un enemigo singular: un enemigo invisible, impredecible y con un gran poder económico, el cual utiliza incluso para tratar de corromper las más diversas esferas de la administración pública, de la Policía y de las Fuerzas Armadas.
Las acciones de estos narcoterroristas, de esta transnacional del crimen, dejan clara evidencia de cuáles son sus intenciones y los objetivos que persiguen.
Ante esta realidad, el Gobierno y todos los organismos del Estado deben estar alerta y en- frentar con prontitud cualquier nuevo acto de violencia o criminal. De sus acciones oportunas dependerán la paz y la tranquilidad de los ecuatorianos.
En contraparte, el primer mandatario ha pedido unidad, justa petición que toda la sociedad debe responder al unísono, pues no cabe que en este momento se generen discrepancias, contradicciones o confrontaciones, todo lo cual contribuiría a que este peligroso mal avance y cobre más víctimas.
Pero asimismo, el Gobierno debe abrirse y acoger los aportes y la colaboración de los distintos sectores de la sociedad para, contando con sus mejores ciudadanos, contrarrestar eficazmente a este nuevo enemigo, y ganar la batalla en esta guerra que constituye un tipo de enfrentamiento en el que
Su gestión tiene que abarcar la problemática integral del país, priorizando y jerarquizando aquello que requiere atención y acción inmediata, pero sin descuidar otros ámbitos...’.
tanto nuestras Fuerzas Armadas como la comunidad en general tienen ninguna o escasa experiencia.
Pero aunque es innegable que el Gobierno debe atender prioritariamente la situación en la frontera norte, sus tareas deben ir más allá de hacer frente únicamente al embate del narcoterrorismo. Su gestión tiene que abarcar la problemática integral del país, priorizando y jerarquizando aquello que requiere atención y acción inmediata, pero sin descuidar otros ámbitos, como el económico o el de la salud, en los que la toma de decisiones también reviste enorme importancia. No hacerlo implicaría postergar la reactivación urgente que demanda el Ecuador y que solo conduciría a agravar las circunstancias que atraviesa la nación.