El indigenismo plasma su faz en las calles de Montañita
En menos de una hora un artista dibuja rostros hasta de dos metros
Solo necesita carbón y polvo blanco para crear algo bello. Del resto se encarga su imaginación y la habilidad que lleva en las manos.
Samuel Quinatoa exalta sus raíces donde quiera que va. Mantiene su cabello lacio y algo largo como símbolo de la tradición en su pueblo. Él es del cantón Mera, comunidad indígena de la provincia de Pastaza.
Su lugar de trabajo es muy amplio, pues es el suelo de muchos rincones del país, como Montañita, playa donde plasma sus raíces ancestrales.
Aunque su fuerte es el indigenismo, perfila de vez en cuando figuras de personajes épicos y populares para atraer a la audiencia que, admirada, rodea su trabajo y le da una que otra moneda.
En la acera crea grandes imágenes con una técnica refinada que le lleva de 40 a 60 minutos para su realización.
Samuel ha viajado por muchas partes del país como: Jipijapa, Cuenca, playas de Santa Elena y hasta las de Colombia, haciéndose conocer y exponiendo a través de su arte la valentía indígena de su zona.
Empezó el oficio de artista callejero desde que tenía 20 años de edad, aunque desde tiempo atrás ya dibujaba.
No anda solo, siempre está consigo su compañero de arte Joffre Gualinga, quien retrata los rostros de turistas que se acercan a ellos, a punta de lápiz en una hoja blanca. Él también lleva la melena larga, pues también es de Mera.
Son artistas callejeros que trabajan en el piso, lugar donde a menudo duermen, porque no tienen un hogar fijo. Para ellos el mundo es su casa y el arte su mayor felicidad.