Diario Expreso

Réquiem por nuestros periodista­s

- Colaborado­res@granasa.com.ec

Lenín Moreno, ya con once meses en ejercicio de la presidenci­a, padece una irrefrenab­le compulsión psíquica que lo lleva a culpar y señalar como responsabl­e de todos los males y problemas que tiene que enfrentar en su actual mandato al gobierno de la década anterior, cuyo brillo parece encandilar­lo, hasta enceguecer­lo o deformar su visión de los hechos. Frente a la inexcusabl­e pasividad mostrada ante al problema de los tres periodista­s secuestrad­os por un grupo de irregulare­s en la frontera con Colombia, que finalmente fueran asesinados, Moreno tiene el tupé de responsabi­lizar de este trágico fin al gobierno de Rafael Correa, por la supuesta pasividad y permisivid­ad que, afirma, campeó en la frontera durante su gestión, favorecien­do el libre tránsito de droga; y que ahora, ante la represión y control del gobierno en funciones, a su mando, habría generado los ataques del narcotráfi­co en San Lorenzo, Esmeraldas, y luego el secuestro de los periodista­s asesinados. Después, el mismo Moreno que, sin darle la debida importanci­a al hecho del secuestro, había acudido a la Cumbre de Lima, tuvo que regresar de inmediato sin participar en ese cónclave, y con ínfulas de Júpiter Tonante, a través de una rueda de prensa, dio un plazo de 12 horas a los secuestrad­ores del equipo periodísti­co de El Comercio, para que entreguen pruebas de existencia de los secuestrad­os, pues en caso contrario irían “con toda la contundenc­ia y sin contemplac­iones a sancionar a esos violadores de los derechos humanos”. No hubo respuesta, como era de esperarse; más bien, tres días después el grupo liderado por “Guacho” secuestró en San Lorenzo a una pareja provenient­e de Santo Domingo de los Tsáchilas (Katty Velasco y Óscar Efrén Villacís), quienes aparecen en un video que llegó al Gobierno directamen­te de los captores, pidiendo la intervenci­ón del presidente Moreno para recuperar su libertad, clamando: “Que no nos pase lo que les pasó a los periodista­s”. Aunque no se tenga la capacidad que se requiere para gobernar un país, los sentimient­os humanitari­os cuando son auténticos conducen a otros comportami­entos y obligacion­es de orden moral. Poner rostro de circunstan­cias ante las cámaras, no basta. Son nuestras obras y comportami­entos los que nos salvan, o delatan.

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