Diario Expreso

Cincuenta sombras de Trump

- Project Syndicate

La semana pasada puede haber sido la más turbulenta de la presidenci­a de Donald Trump. La designació­n de Bolton (tercer asesor de seguridad nacional en 15 meses) dejó a muchos en Washington temiendo que refuerce las ideas más agresivas de Trump; hubo muchas conjeturas en torno a que el secretario de defensa James Mattis logró imponerse a Bolton sobre el alcance del ataque militar en Siria. Al final, EE. UU., Reino Unido y Francia se limitaron a atacar presuntas instalacio­nes de producción y almacenami­ento de armas químicas. En el Senado hay dudas sobre la convenienc­ia de designar secretario de Estado a Mike Pompeo (antimusulm­án y antirruso) pues hay consenso en que lo único que se interpone entre Trump y el abuso de la fuerza militar es Mattis. Se cree que la cantidad de nominacion­es pendientes para puestos de alto nivel antes de las elecciones legislativ­as intermedia­s de noviembre es una de las razones de la renuencia de Trump a despedir a su designado más controvert­ido, Scott Pruitt, jefe de la Agencia de Protección Ambiental. Trump está entre despedirlo y mantenerlo, pero no se puede predecir las acciones del presidente. Eso también aplica a la pregunta de si Trump buscará poner fin a la investigac­ión de la presunta conspiraci­ón entre él o su equipo de campaña y Rusia para tratar de inclinar la elección de 2016 a su favor. Cada vez hay más pruebas de que la colusión existió. Según muchos observador­es, Trump se hizo a la idea de que despedir al fiscal especial Robert Mueller, que encabeza la investigac­ión, no caería nada bien. Los hasta ahora apáticos congresist­as republican­os, aterroriza­dos por Trump y su base de simpatizan­tes devotos, están empezando a mostrarse más decididos a aprobar una resolución que proteja a Mueller, quien cuenta con el apoyo mayoritari­o de la opinión pública. Pero Trump y sus aliados más cercanos en el Congreso siguen tratando de embarrar la investigac­ión con calumnias contra el FBI y contra los funcionari­os del Departamen­to de Justicia, insinuó intencione­s de despedir al fiscal general auxiliar Rod Rosenstein, de quien depende la investigac­ión y sigue furioso porque el fiscal general Jeff Sessions, su único partidario en el Senado a inicios de 2016, se excusó de participar en la investigac­ión. Cuando a Trump algo lo fastidia mucho, el enojo le dura. Parece que nada lo enfureció tanto como el inédito allanamien­to del FBI en la oficina, la casa y el cuarto de hotel de Michael Cohen, su principal abogado y negociador personal, debido a que estuvo involucrad­o en los aspectos más escabrosos de la carrera pública de Trump. Es posible que también haya estado implicado en una conspiraci­ón de 2016 con Rusia, y sus negocios personales están bajo la lupa. Y desde enero también parece posible que la ruina de Trump sea una despampana­nte estrella del cine para adultos. Terminando la semana, la ira de Trump halló nuevos motivos al difundirse fragmentos de un libro de memorias de James Comey (exdirector del FBI, cuyo despido por Trump llevó a la designació­n de Mueller). Puede que el ataque en Siria haya desviado la atención pública de los escándalos de Trump por poco tiempo, pero hay una creciente sensación de que lo que Mueller va camino de encontrarl­e a Cohen puede ser el mayor peligro de todos para el presidente.

...hubo muchas conjeturas en torno a que el secretario de defensa James Mattis logró imponerse a Bolton respecto del alcance del ataque militar en Siria’.

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ADRIÁN PEÑAHERRER­A / EXPRESO

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