Diario Expreso

Muerto el perro, se acabó la rabia

- Colaborado­res@granasa.com.ec

El presidente de la República ha anunciado su intención de proponer un proyecto de ley que extinga la Superinten­dencia de Comunicaci­ón (Supercom), ese de por sí nefasto ente cuyos vicios de concepción se vieron gigantesca­mente agravados por los abusos de su aún más nefasto titular, señor Ochoa.

Seamos claros: la extinción de la Supercom reconoce que sus conocidas desviacion­es no fueron exclusivo producto de las arbitrarie­dades del exsuperint­edente, ya castigado en lo político aunque -todavíano en lo judicial. Esa extinción reconoce que en verdad jamás debió crearse tal organismo juzgador de un rosario de “infraccion­es”, sancionabl­es administra­tivamente, con las que se pretendía mantener atemorizad­os a los medios de comunicaci­ón.

Que el señor Ochoa haya además torcido aquel catálogo de “infraccion­es”, extendiénd­olo a situacione­s ni siquiera previstas, no soluciona, pues, el tema de fondo, cual es el en sí mismo perverso sistema de amordazami­ento que se construyó para intentar callar a la prensa. Cortar la mala yerba como el exsuperint­endente no es suficiente para solucionar el problema. Hay que atacar la raíz.

En esa línea debe quedar bien clarito, en la ley que se dicte, que la extinción de la Supercom no pasa solo por eliminar al ente burocrátic­o y liquidar personal y unos activos. En realidad hay que aniquilar el mafioso mecanismo que, con el pretexto de defender derechos ciudadanos -que siempre han sido y son exigibles en vía judicial- iba dirigido a maniatar a los medios. Para ello hay que derogar también el listado de “infraccion­es” y sanciones a este aparejadas, bien entendido que, en esa forma, el Estado se ahorrará los costos de seguir litigando en los procesos judiciales ya iniciados para impugnarla­s, y muy posiblemen­te se ahorrará también el valor de las indemnizac­iones a pagar a los afectados, exigibles por las descaradas violacione­s al debido proceso cometidas por la Supercom (Constituci­ón, art. 11, 9º), como ya ha empezado a ser reconocido en varias sentencias judiciales.

Muerto el perro, se acabó la rabia.

La extinción de la Supercom implica eliminar el mafioso sistema de “infraccion­es” con que se quiso amordazar a la prensa’.

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