Ciudad Celeste, atascada
La ampliación de la vía de ingreso incrementa el problema ❚ Los vecinos creen inoportuna la obra ❚ Hasta 40 minutos puede demorar recorrer dos kilómetros
No hay bien que por mal no venga, dice un refrán. Sin embargo, cuando las afectaciones son extremas o no se analizaron a fondo las ‘salidas’, a veces se produce una resistencia al cambio. Al menos así lo creen decenas de moradores de Ciudad Celeste (km 9,5 de la vía Samborondón) quienes dicen vivir un caos vehicular desde que el Municipio, hace poco más de un mes, empezó los trabajos de ampliación en un tramo de la vía de ingreso, la León Febres Cordero.
Y es que si bien hay quienes apoyan la idea de que la avenida sea ampliada de cuatro a seis carriles (uno más por cada sentido) y pavimentada; prevalece el criterio de que esta fue sometida a una regeneración innecesaria o más aún, inoportuna.
EL DETALLE El Municipio. Asegura que no inició las labores cuando los alumnos estaban de vacaciones, por ejemplo, por el invierno y sus secuelas. Era imposible trabajar así, argumenta.
“No entiendo por qué tuvieron que iniciar la obra justo en época de clases”, precisa Mary García, residente de la etapa La Península. Son alrededor de 15.000 habitantes los que viven en Ciudad Celeste. Y la mayoría, cuestiona García, a diario debe lidiar no solo con los vecinos que intentan salir de casa para ir a trabajar, sino con los expresos escolares que recogen a sus hijos o intentan ingresar al colegio Soler, uno de los puntos más críticos por los trabajos ahora.
Solo allí entre las 06:00 y las 08:00 por ejemplo, según lo constató ayer este Diario, los automovilistas deben hacer largas e interminables filas debido a que los carriles del sentido sur, que va de la vía Samborondón a Ciudad Celeste, están cerrados y el resto ha sido habilitado en doble sentido para ingreso y salida de los autos.
Por las columnas es posible ver también a las unidades del Sambo Trolley y a uno que otro colectivo que ante la situación, precisan sus choferes, se ven “obligados a dejar al pasajero al paso, donde puedan”.
En el sector, el único sitio permitido para hacerlo es a la altura del centro educativo, donde hay al menos tres agentes (hay otros siete en el tramo) que intentan controlar el tránsito en medio del sonido de las bocinas, tractores y aplanadoras, tierra, cemento y los reclamos de peatones y vecinos.
Algunos, entre ellos Sonia Moreira, quien vive en La Dorada, han llegado incluso a pensar que las labores, ejecutadas a lo largo de 850 metros, desde el km 1,2, a la altura de El Cortijo, hasta el km 2, por la urbanización La Delfina, no debieron ejecutarse.
“El Municipio debió prever lo que está ocurriendo”, lamenta Moreira. “Una breve lluvia, un carro dañado, los frenazos de los buses, me han obligado a tardar hasta 45 minutos para salir a la vía principal (donde se encuentra Plaza Batán)”, a no más de dos kilómetros de su vivienda.
Otros residentes también de La Dorada consideran que la obra no solucionará el problema. “De qué sirve que amplíen 800 metros, si luego el camino se reduce. Aquí no era necesario el ensanche”. Lo conveniente, sugieren, es que a futuro uno no tan lejano- se adecue una vía de acceso alterna, similar a la que conecta a Villa Club con La Joya.
Si bien los carriles ahora intervenidos, a decir de Gonzalo González, gerente de la firma Gaga Construcciones, a cargo de las labores, serán abiertos a finales de junio, los trabajos continuarán en el sentido norte hasta septiembre. “Eso quiere decir que el calvario será eterno. Faltó planificación”, lamenta Estefanía Palomino, moradora. “Si querían construir la segunda fase de la ciclovía, que se incluye en el proyecto, era de que solo se haga esto y punto”.
Sobre la posibilidad de que los trabajos se extiendan al resto de etapas, Elizabeth Desintonio, jefe de fiscalización del Cabildo, aseguró que no están previstos por ahora. Para hacerlo, dijo que habría que realizar procesos de contratación, “lo que tomaría su tiempo”.
En 2016 hubo una ampliación similar (de 2 a 6 carriles) desde la vía Samborondón hasta la entrada a El Cortijo. “Fue una obra grande, con las mismas molestias. Pero el trabajo de pavimentación toma su tiempo. Los beneficios vendrán luego”, defiende González. Es decir, que no hay bien que por mal no venga.