Diario Expreso

La Venezuela petrolera se ahoga en calamidade­s

Electores van a las urnas angustiado­s por sobrevivir ❚ Tres días sin luz eléctrica en la otrora rica Maracaibo ❚ Los ciudadanos se movilizan en lo que pueden

- MARGIONI BERMÚDEZ ■ MARACAIBO - AFP

Una hilera de tiendas a oscuras deja ver siluetas de empleados que se abanican acalorados. No hay electricid­ad. Tampoco transporte, por eso algunos regresan a casa en un colorido y destartala­do trencito para niños.

Apagones, precios por las nubes, falta de comida, medicinas y transporte: los venezolano­s van el domingo a elecciones angustiado­s por sobrevivir a una de las peores crisis del país petrolero.

LA FRASE Haymuchaha­mbre. Lamayoríad­ejóvenes demibarrio­sehaido. Noséadónde­sefueel dinerodelp­etróleo. ADELIS VÍLCHEZ, empleado de una gasolinera

Protagonis­tas forzados de una historia hilada por la precarieda­d ponen rostro a la debacle de la que muchos culpan al gobierno socialista de Nicolás Maduro, y él, quien busca reelegirse, a una “guerra económica” de la derecha.

Rubén Quiñónez, un veinteañer­o delgado y risueño, forma un semicírcul­o con sus compañeros en la entrada de una farmacia en San Felipe, Maracaibo, capital del estado petrolero de Zulia. Buscan airearse. El clima es desértico.

Ya son tres días sin luz. En la oscuridad resaltan estantes blancos. Todos vacíos. Hay poco que vender por una escasez de medicament­os de 85 %; por eso ofrecen golosinas y helados, “pero todos se perdieron”, lamenta Rubén.

En la que fue la primera ciudad venezolana que tuvo electricid­ad, los apagones han dejado sin clientes a Aída Méndez, manicurist­a de 58 años. También le dañaron su nevera y un aire acondicion­ado. “De paso no encuentro mis medicinas para la tensión, soy operada de corazón abierto y sudo como una condenada”, resiente.

En un país con la electricid­ad altamente subsidiada, se gasta más en velas que en facturas eléctricas. “En la casa no hay luz, llegas al trabajo y tampoco hay”, se queja Rubén.

Gremios comerciale­s calculan una caída de 30 % de la actividad por las interrupci­ones eléctricas que ocurren en varios estados del país.

Para Aída, el malestar se dirime en las urnas. “Voy a ir a votar por cualquier cosa que no sea esta revolución”, suelta mientras se seca el sudor.

La noche está próxima. En una estratégic­a avenida de Maracaibo, cientos se trepan en camiones para transporta­r ganado, camionetas y hasta en un tren para pasear niños.

Lo conduce Víctor Colina, un técnico de 52 años que repara neveras y lavadoras. Al principio tenía tres vagones, pero dos los paró por falta de llantas. El país sufre una crisis de transporte porque no hay repuestos o están por las nubes.

“Estoy probando con el trencito a ver cómo me va”, dice. Víctor pesaba 110 kilos y ahora está en 58.

María Rangel, empleada bancaria de 40 años, es una de la veintena de pasajeros que viaja en el único vagón que queda. “El trencito es lo más decente si lo comparamos con los camiones donde uno va como burros o vacas”, cuenta.

A María la embarga la desesperan­za: “Trabajamos para cada día ser más pobres”.

Limitado a comer lo poco que puede pagar, Víctor ve poder en el voto. “Este gobierno nos destruyó la vida a todos, sean chavistas o sean opositores, hay que votar para sacarlo”, sentenció.

CAMPAÑAS

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FEDERICO PARRA / AFP Necesidade­s. Personas usan como transporte público un tren de diversión para niños, en Maracaibo, capital del estado petrolero de Zulia.

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