La Batalla del Pichincha, ayer y hoy
EDITORIAL
Hoy es el 196 aniversario del más importante hecho de la historia sociopolítica del país: el 24 de Mayo de 1822. Ese día, en las faldas del Pichincha se dio el último y más decisivo de los combates por la independencia y la libertad, contra el coloniaje español. La memoria social ecuatoriana tiene diferentes ideas y concepciones sobre este evento, y cada uno está determinado por los distintos relatos que sobre él se han realizado.
Pero cualquier versión que se tenga no puede silenciar ni omitir tres aspectos centrales. El primero tiene que ver con la concepción de la unidad de los proyectos fundamentales de independencia, el de Bolívar, desde el norte y el de San Martín desde el sur. La fusión de ambos bajo una sola compren- sión estratégica es la que hizo posible la victoria. El segundo se refiere a cómo y cuánto pueden lograr los pueblos cuando se unen por un solo objetivo: conseguir la independencia y la libertad. En las faldas del Pichincha estuvieron hombres de diferentes países de Hispanoamérica: colombianos, venezolanos, peruanos, argentinos, chilenos, uruguayos, etc. Y por cierto, la gama más diversa de costeños y serranos: guayaquileños, manabitas, riosenses, cuencanos, quiteños, riobambeños, etc. Todos, al unísono, trabajaron y lucharon por un único propósito: poner fin al dominio español. El tercer aspecto remite específicamente al legado histórico: la libertad. Aquel fue uno de los más significativos logros de la serie de acontecimientos memorables que tuvieron que vivir las sociedades para construirse como
...remite específicamente al legado histórico: la libertad. Aquel fue uno de los más significativos logros de la serie de acontecimientos memorables que tuvieron que vivir las sociedades para construirse como naciones y repúblicas’.
naciones y repúblicas.
Ahora precisamente, luego de transcurrida una década en que la libertad, este trascendente bien político de la ciudadanía, sufrió serios quebrantos, es cuando el 24 de Mayo de 1822 más debe ser revalorizado y posicionado en su verdadera gran dimensión. Hoy el reto de esos pueblos, que se unieron es mantenerse en el espíritu de superación de los desafíos de los nuevos tiempos, comprendiendo que pese a las diferencias son naciones que pueden luchar y orientarse hacia una sola meta: la defensa y el fortalecimiento de la democracia, procurando crear adecuados modelos de desarrollo -no el estatista voraz, ni el del culto exclusivo al mercado-, y teniendo presente la necesidad de ser competitivos en un mundo globalizado que plantea nuevas tareas con acciones válidas y urgentes.