Un informe atípico
Lenín dejó a un lado la solemnidad que se acostumbra para tan solemnes actos. El pasado 24 de Mayo, día en que celebrábamos la Batalla del Pichincha y además se cumplía el primer año de un gobierno que se creyó en sus inicios que tenía que ser continuista, pero que felizmente no lo fue, sino todo lo contrario, dio su informe al país ante la Asamblea. Y decíamos que el mandatario hizo caso omiso de la solemnidad a la que acudieron en ceremonias similares los anteriores gobernantes porque hasta dijo unos cuantos chistes, de esos que según él sirven para con sonrisas y carcajadas- mantener la buena salud. Aunque es necesario aclarar que al prometer que se recuperaría lo robado por los corruptos durante la década anterior (¿ganada o perdida?), no emitió precisamente un “cacho no muy colorado” sino que fue una demostración de sus mejores intenciones que se estrellan, desgraciadamente, contra esa realidad pintada por la tan criolla frase que dice y hasta repite lo de que “lagarto que traga no vomita”.
Durante hora y media, nuestro mandatario dijo ante los que antes se conocían como “padres de la patria”, junto al cuerpo diplomático, invitados especiales y también con la presencia de curiosos, metidos y los “paracaidistas” que nunca faltan, que prometía dejar, al cabo de un tiempo prudencial, sin necesidad de darle “tiempo al tiempo”, debidamente arreglada la mesa que tan mal servida le dejó su antecesor. Sin embargo, uno de los temas más importantes, que se esperaba que fuera
...uno de los temas más importantes, que se esperaba que fuera analizado con cifras y realidades, no se trató con suficiente profundidad...’.
analizado con cifras y realidades, no se trató con suficiente profundidad: este es el de reducir a un tamaño no tan agresivo (tal y cual lo dejó Correa, que aumentó los ministerios a más no poder) al “ogro filantrópico”, como llamó el escritor mexicano Octavio Paz al Estado lleno de burócratas, puesto que en la realidad más bien el número de dichos empleados “tortuguistas” y públicos ha aumentado en varios centenares. ¿No será, nos preguntamos, una forma de combatir el desempleo que tanto nos amenaza, a pesar del paradójico consumismo demostrado el pasado Día de la Madre, con la compra desaforada de más de cuatro mil televisores último modelo? ¿O esta inversión se explica por el hecho de estar dolarizados?