Precios ‘por las nubes’ en un Brasil en huelga
La intervención del Ejército permite llegada de abastos ❚ En nueve días unos 70 millones de pollos han sido sacrificados
En un Brasil prácticamente paralizado por la gigantesca huelga de camioneros que apenas comenzaba a desinflarse ayer, los huevos son casi un producto de lujo y la gasolina un motivo de pelea.
En el mayor mercado de abastos de Río de Janeiro, unas cuarenta personas esperaban en fila ayer en la mañana para comprar huevos. Y muchos se consideraban afortunados, pese a pagar el doble por ellos.
Mantiqueira, el mayor productor de huevos de Brasil, llevaba nueve días sin poder vender en Río y viéndose obligado a sacrificar por falta de alimentos 100.000 gallinas en medio de esta huelga, que desde el 21 de mayo bloqueó carreteras y la distribución de petróleo y bienes a lo largo del país.
Según la Asociación Brasileña de Proteína Animal (ABCA), unos 70 millones de pollos han sido sacrificados en este lapso porque si comienzan a morir de hambre, se comen entre sí.
Pero en la madrugada de ayer, con el paulatino levantamiento de los bloqueos, tres camiones de Mantiqueira lograron ir desde su granja en Minas Gerais (sudeste) hasta Río burlando posibles sustos por vías alternas, gracias a la ayuda de “escoltas” privados.
Otros productores de alimentos y transportistas de petróleo fueron escoltados por el ejército, bajo una medida extraordinaria del gobierno del conservador Michel Temer.
Unos 150 camiones con comida lo hicieron en Río. Entre ellos, Jonas Jose Tomas, un agricultor de la serrana Teresópolis, que estaba feliz por poder volver a vender sus cajas de le- chuga, cilantro y coles que ya amenazaban con perderse.
“Si no nos hubiera ayudado el ejército, nadie podría haber venido a vender. Teníamos miedo de recibir pedradas o incluso un tiro”, reconocía este productor de 52 años que, sin embargo, apoyaba la huelga de los camioneros contra los altos precios del diésel porque “nadie aguantaba más”.
En el centro de la ciudad, los clientes de un supermercado entraban en shock al ver los precios en los estantes de verduras y frutas, que empezaban a retomar sus colores después de días vacíos o con productos enlatados en su lugar.
El kilo de tomate se vendía al triple de lo habitual y el de patatas al doble. En una tienda enfrente, aún era peor. El guisante se vendía al cuádruple que antes de la huelga.
“¡Esto es absurdo, está todo caro! Ellos dicen que tienen dificultades para conseguir los productos, pero también creo que se aprovechan”, decía María José Fermim, de 62 años.
LA FRASE Solovolveréa comprarcuandotodo sevuelvaa normalizar.puedovivir unosdíassinlechuga. NAIR RODRIGUES, cliente en Río de Janeiro
La huelga de camioneros no solo demostró la debilidad de Temer para resolver la crisis pese a sus concesiones anunciadas el domingo, sino también la frágil infraestructura de la primera economía latinoamericana, un país continental sin prácticamente red ferroviaria y donde el 60 % de los transportes de mercaderías se realiza con camiones.