¿Una ciudad inculta?
Ainicios del siglo XX, en los congresos internacionales de Arquitectura Moderna se estableció que en una ciudad se debían cumplir cuatro principales funciones: vivienda, ocio, trabajo y transporte. No fue sino hasta la posguerra cuando se incluyó una quinta función: la planificación regional; sin embargo, no todos estaban de acuerdo. Lewis Mumford, sociólogo, urbanista estadounidense y defensor a ultranza de la humanización de las ciudades, consideraba que la quinta función urbana debía ser la cultural.
¿Cómo determinar el valor cultural de una ciudad? ¿Es por la definición de sus políticas culturales o por la apropiación de los espacios públicos o por la defensa que hace de su memoria histórica? ¿Se puede medir el nivel cultural de una ciudad a partir de su infraestructura, léase museos, bibliotecas, etc.?
Si buscamos respuestas a estas preguntas, aplicándolas a la ciudad de Guayaquil, caemos en cuenta de que esta podría ser definida como una ciudad mercantil, pero difícilmente ser catalogada como una ciudad cultural. ¿Podemos contestar, por ejemplo, las siguientes preguntas?: ¿cuántos museos tiene la ciudad? Y de los pocos que hay, ¿cuántos son visitados? ¿Cuáles de ellos son verdaderos centros de investigación? ¿Cuántas bibliotecas tenemos por habitante? ¿Dónde están localizadas? ¿Cuántos libros tienen? ¿Cuántos de esos libros son consultados? ¿Cuántas librerías hay en la ciudad? (Me refiero a verdaderas librerías y no solo a papelerías o de venta de textos escolares) ¿Cuántos libros leen al año los guayaquileños? ¿Cuántos teatros y galerías de arte existen? Son
¿Cómo determinar el valor cultural de una ciudad? ¿Es por la definición de sus políticas culturales o por la apropiación de los espacios públicos?’.
muchas las preguntas y no tenemos respuestas.
Muchas ciudades han entendido que son más que un conjunto de edificios y de calles. Que hay una serie de elaboraciones simbólicas en permanente construcción que inciden en la manera como sus habitantes se apropian de ellas. Muchas ciudades han apostado por la cultura como elemento dinamizador urbano, incluso como detonante de su recuperación económica (como Bilbao con el Guggenheim), lamentablemente no es el caso de Guayaquil.