Frenar la represión en Nicaragua
EDITORIAL
Pese a estar en un proceso de diálogo, la represión y los muertos continúan alarmando a la sociedad nicaragüense y a la del continente. Amnistía Internacional considera como “estrategia letal” la empleada por el Gobierno para tratar de controlar la protesta social a cargo, fundamentalmente, de jóvenes estudiantes universitarios que, tal cual recomendaba para otras situaciones el papa Francisco, han decidido “echarse la patria al hombro”.
En efecto, pese a los altos riesgos, no dejan de manifestarse en las calles donde las tropas de Daniel Ortega, sean estas las de la fuerza pública bajo el mando de su prolongado gobierno o las vinculadas al frente de juventudes de los sandinistas, disparan a la cabeza. Pare- ciera que su consigna es tirar a matar en ánimo de preservar su permanencia en el poder.
Son ya más de ochenta las muertes acaecidas durante el reciente período de movilizaciones que empezó a mediados de abril.
Cuando parecía que el diálogo reemplazaría a la violencia, esta vuelve propiciada por el Gobierno y sus partidarios, pretendiendo lograr con ella que se desista de la ahora explícita voluntad popular de que cese el régimen del otrora admirado guerrillero antisomocista y su esposa.
En efecto, ya el pueblo de Sandino no quiere más promesas de rectificaciones frente a las múltiples denuncias de corrupción, de atropellos a los derechos humanos, especialmente en lo relacionado con la libertad de expresión, y de uso excesivo de la fuerza frente a manifestaciones pacíficas.
Ha regresado la represión en Nicaragua. Es imperativo denunciarla y condenarla’.
Ahora quiere certezas y eso únicamente es posible si el régimen que se eligió por tercer período consecutivo el 2016, acorta su mandato y convoca a elecciones presidenciales para que sea el pueblo quien decida su futuro.
Queda claro que una radicalización de las posiciones, pese a la preservación del diálogo, solo generará más violencia y más muertes. Ojalá prime entonces una visón patriótica de la situación que, desde acá, hace parecer insostenible la posición en el poder de los esposos Ortega, salvo la decisión de hacerlo en el viejo estilo somocista: utilizando a las Fuerzas Armadas y a la policía, sumándole grupos de civiles armados, esto es, dando lugar a una intolerable represión que desde ya debe condenarse entre los pueblos que aman y defienden la plena vigencia de las libertades.