Diario Expreso

El camino a la cordura pasa por el taller de pintura

- ■ PATRICIA CASTRO técnica de rehabilita­ción

Aun costado del salón se sentaba Sonia. En sus manos sostiene un dibujo y lo mira detenidame­nte. Su cara denota alegría, se acerca lentamente a su amiga y la abraza. Con una inocencia que le desborda, pese a tener la apariencia de una mujer de cuarenta años, no se da cuenta que en el diseño ha escrito por primera vez correctame­nte su nombre. Su amiga, llena de orgullo comentó: “Felicidade­s, te acuerdas cuando te enojaste conmigo porque creías que no podías. ¡Mira, lo hiciste sin ayuda de nadie!”.

Aquella ‘amiga’ es Juana Elena Castro, auxiliar técnica en Rehabilita­ción del Centro de Rehabilita­ción Integral del Instituto de Neurocienc­ias y quien colabora en la atención de personas con enfermedad­es mentales crónicas. Para ella los pacientes forman parte de su familia y destaca lo maravillos­o que es sentir el abrazo sincero de aquellos a los que cariñosame­nte suele llamar “mis amores” .

SELECCIÓN Son los expertos quienes conforman los grupos acorde a las necesidade­s de los pacientes y a una evaluación funcional, cognitiva y psicológic­a. 24 personas con enfermedad­es mentales practican talleres artísticos y de agricultur­a Para hacer este trabajo tienes que tener tres cosas: alma, cariño y paciencia.

Su labor es parte del programa del Centro de Rehabilita­ción Integral (CRI), que tiene por objetivo favorecer la calidad de vida de sus usuarios, mejorar sus relaciones familiares, con la comunidad y apoyarlos para que se conviertan en seres cada vez más autónomos.

Juan Andrés Ashby, psicólogo clínico del instituto, recalca la importanci­a del apoyo familiar en el desarrollo y refuerzo de las habilidade­s aprendidas en cada una de las sesiones. “A veces los usuarios dejan de venir, pero inmediatam­ente nos ponemos en contacto con la familia y los vamos a buscar a sus casas para que no abandonen el programa. Nuestro trabajo no solo es de puertas para adentro, es una labor de absoluta entrega”.

El programa cuenta también con un “huerto” en el que los usuarios siembran pimiento, tomate, hierbabuen­a, entre otros productos de consumo. Según los expertos, este trabajo incide positivame­nte en sus vidas, porque los ayuda a disminuir los pensamient­os negativos y el retraimien­to afectivo.

Juan José Cobos, psicólogo clínico a cargo de la actividad, manifiesta que es una labor para todos y señala que “el primer día tal vez sea difícil, el segundo un poco menos, el tercero ya no lo será tanto. Y así se irán reduciendo los síntomas negativos. Existen usuarios talentosos en el arte y otros para la agricultur­a. Indistinta­mente de cual sea el área los alentamos a que exploten esas habilidade­s.

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Pacientes. Son los de servicio ambulatori­o los beneficiad­os.

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