Era cuestión de tiempo
Los fenómenos sociales corren como reguero de pólvora; se desplazan por la geografía, ya sea por el deseo de ser imitados o por apalancamiento en las debilidades de la persona humana, como fichas de dominó que empujan unas a otras hasta cubrir la superficie toda. En busca de notoriedad, por traumas y cicatrices no selladas, los humanos tendemos a repetir malas copias.
Así, la violencia escolar en su máximo dramatismo ya nos llegó. Tenemos una pequeña fallecida aparentemente a consecuencia de lesiones que se infringieron dentro del aula escolar. No fueron necesarias armas de fuego, solo bastó la capacidad de hacer y repetir eventos que posiblemente fueron observados en algún video, en alguna película, en algún cómic. Es obvio que habrá que investigar y a fondo, pues cuidado el pensar que solo fue “bullying” enmascara u oculta otras opciones para el acto violento.
Recordemos que las pandillas, las adicciones, la búsqueda de recompensas por cometer actos ilícitos, en ocasiones también se hacen presentes junto a aquellas razones de busca de notoriedad, liderazgo mal entendido o la simple prepotencia. Es obvio que en la investigación surgirán otros ingredientes. El descuidado que no estuvo donde debía estar, el encargado de la supervisión que no la realizó, la falta de controles disciplinarios internos, pueden abrir vías de investigación, pero es claro que se vuelve necesario trabajar de manera urgente en pilares fundamentales.
La restitución de la autoridad del profesor para llamar la atención y corregir de inmediato sin el temor a ser observado o desautorizado por el cumplimiento de procesos, se vuelve imprescindible; el maestro en ocasiones se debate entre la sanción por haber ejercido autoridad, y la amenaza hasta contra su vida o la de sus familiares, que pueden lanzarle las fuerzas internas que conviven en los colegios.
El dar permanentemente la razón al alumno, garantizando sus derechos, ha minado de manera profunda y sostenida la disciplina, y así hasta es común que los distritos dispongan rematriculaciones en casos no aconsejados.
Dar permanentemente la razón al alumno, garantizando sus derechos, ha minado de manera profunda y sostenida la disciplina’.