“Brexit”, terrible fracaso
Ya pasaron casi dos años desde que el electorado británico decidió por estrecho margen abandonar la Unión Europea. Y cuando falta menos para que se concrete el “brexit”, previsto formalmente para fines de marzo de 2019, todavía quedan sin responder preguntas fundamentales sobre la naturaleza de la relación futura entre el Reino Unido y la UE. En vez de eso, cada vez que hay que tomar una decisión difícil en las negociaciones con Bruselas, los ministros británicos la postergan (a veces, por tiempo indefinido). Hasta cierto punto sorprende. Parecería que ninguno de los políticos y editores de diarios que tramaron por años sacar al RU de la UE pensó demasiado en lo que sucedería si sus maquinaciones llegaban a prosperar. No han podido ponerse de acuerdo ni siquiera respecto de si el RU debe buscar un “brexit” blando, en el que permanezca estrechamente conectado con los mercados europeos, o uno duro, que corte todos los lazos, cualquiera sea el impacto económico. Algunos de los más firmes promotores del “brexit” aseguraban que abandonar la UE era pan comido, e insinuaron que nuestros socios europeos nos necesitan mucho más que nosotros a ellos. La verdad es que el RU depende mucho más de venderle a Europa, que representa más o menos la mitad de las exportaciones británicas, que Europa de venderle al RU. Además de obligar a los negociadores de Gran Bretaña a cumplir un cronograma prácticamente imposible, la primera ministra Theresa May les ató las manos con las promesas que hizo para satisfacer a la derecha dura “probrexit” del Partido Conservador; entre ellas, poner fin al libre movimiento de personas desde Europa (pese a que mucho más de la mitad de la inmigración que tanto deploran algunos británicos no procede de la UE) y abandonar el mercado común y la unión aduanera de la UE. Los beneficios de abandonar la unión aduanera no compensan ni remotamente los riesgos. Los brexiteros afirman que al final el RU saldrá beneficiado porque podrá firmar acuerdos comerciales propios con el resto del mundo. Pero creer que al RU le puede ir mejor solo que como parte del mercado común más rico del mundo es directamente un delirio. Cuando el RU intente cerrar nuevos acuerdos comerciales, básicamente estará tratando de reproducir los tratados que la UE ya tiene o está negociando con países como México, China, Corea del Sur, Vietnam, Singapur y Japón. No solo llevará un montón de tiempo, sino que es improbable que el RU consiga condiciones tan favorables como las que tiene la UE. Hasta ahora, el avance hacia el “brexit” no trajo mejoras obvias. Por el contrario, según el Banco de Inglaterra, el ingreso real promedio de los hogares británicos está 900 libras (1.200 dólares) por debajo de las proyecciones previas al referendo. Las grandes promesas que impulsaron a una mayoría relativamente exigua de votantes a elegir el “brexit” en 2016 no se están cumpliendo ni por asomo, y en la mayoría de los casos, jamás se cumplirán. Mientras la cruda realidad del “brexit” se hace evidente, los miembros del gabinete británico y los principales brexiteros están cada vez más enfrentados y trataron de echarles la culpa a todos menos a ellos mismos. En tanto, preparan sus excusas para la debacle inminente. No es fácil hallar respuesta. Tal vez debamos esperar que suceda lo mejor y prepararnos para lo peor, sabiendo que es muy probable que nuestros hijos tengan que arreglar el desastre. Si resultara así, ojalá ellos sepan gobernar el RU mejor que los líderes actuales.
Los beneficios de abandonar la unión aduanera no compensan ni remotamente los riesgos’.