Las mujeres tsáchilas abren espacios de sanación
Albertina Calazacón practica lo que le enseñó su progenitor ❚ Pese a no ser bien vista por los hombres de su etnia ❚ A los 15 años ya conocía los secretos
EL DETALLE Energía. El sol, agua, tierra y viento son elementos que la nacionalidad siempre tiene presente en sus consultorios, reciben las energías para sus pacientes. CEREMONIA
En medio de la vegetación y acompañado por el canto de las aves está el consultorio de Albertina Calazacón. Construido con cañas de bambú, en el sitio, el pasado, presente y futuro se fusionan.
Este don es un legado de su padre, Liborio Calazacón, hermano del gran líder Abraham, ambos miembros de uno de los linajes de sanadores espirituales más fuertes dentro de la nacionalidad tsáchila.
La mujer contó a EXPRESO que cuando tenía 9 años en lugar de estar jugando con el resto de niños de su comuna pasaba en el consultorio de su ‘papito’ ayudándole. “Yo veía todo lo que él hacía. Me gustaba estar ahí y a él también”, sostuvo.
Aunque la práctica de medicina ancestral por parte de las mujeres nunca ha sido bien vista dentro de la nacionalidad, especialmente por los hombres, Calazacón continuó instruyéndose con su padre.
A los 15 años ya conocía los secretos sanadores y espirituales de su etnia. Algo que la hacía realmente especial, tenía el don para hacer una radiografía de la vida de una persona.
El consultorio de su progenitor era visitado por ecuatorianos y extranjeros. La muerte del sabio tsáchila golpeó mucho a sus familiares, pero Albertina asegura que aún siente su presencia en su consultorio. Por eso guarda celosamente una piedra que él le regaló. “Es una piedra muy poderosa, tiene forma de cabeza de serpiente y mucha energía”, reveló.
La tsáchila sostiene que la medicina occidental y espiritual de- ben ir de la mano, en equilibrio, porque muchos medicamentos también dañan el cuerpo humano, en especial el hígado. Además, si la espiritualidad de una persona no está bien, su cuerpo tampoco sanará por más medicamentos que tome.
“Cuando hay daño, la oscuridad llama a que pasen cosas malas, como accidentes, enfermedades, malos negocios, decepciones amorosas, etc. Solo a tiempo se puede revertir”, explicó la sanadora. Para contrarrestar todas las malas energías y maleficios, los tsáchilas tienen rituales, ceremonias y prácticas ancestrales. Lo más común es que sean practicados por chamanes hombres, sin embargo esos mismos poderes han sido cultivados por unas cuantas nativas.
En un mundo machista, Albertina asegura que se ha encontrado con críticas dentro de su propia etnia, porque creen que solo los hombres deberían actuar en el campo de la sanación espiritual. Pese a que son pocos los jóvenes de las nuevas generaciones que muestran interés en su ancestralidad, hay quienes han dirigido su vida a preservar sus costumbres y poner en práctica los conocimientos de sus antepasados. La segunda hija de Albertina, Melina Calazacón, ve a su madre con admiración por su interés en preservar la cultura de la nacionalidad. Desde su infancia la ayudó con todos los preparativos de los rituales. Aunque no es una sanadora como su madre, es experta en masajes de relajación denominados jasale tenjanun, que dentro de sus creencias contribuyen a la buena salud espiritual.
Ella confirmó que son muy pocas las mujeres que practican la sanación y menos las que se están preparando para ello, por eso con más interés se instruye con los chamanes más sabios de su nacionalidad.