Diario Expreso

ACADEMIA

Sur ha sido identifica­do como el más antiguo de la ciudad. Es anterior al incendio grande de 1896

- BLANCA MONCADA PESANTES moncadab@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

Se levanta hoy un estudio dirigido por el arquitecto Parsival Castro, junto con la Universida­d de Guayaquil, para hacer un nuevo plano del edificio.

Guayaquil es una ciudad que fue golpeada por fuegos enormes que borraron su historia arquitectó­nica a finales del siglo XIX. De aquella época solo sobrevivía, ínfimament­e, la cárcel municipal, también afectada por el gran incendio de 1896, pero que, hasta este 2018, representa­ba la estructura más antigua de la urbe, reconstrui­da a inicios del siglo XX.

Un reciente hallazgo de la Fundación Bienvenido Guayaquil, sin embargo, arrebata el cetro de la antigüedad a la emblemátic­a cárcel -hoy sin uso y en condicione­s de riesgo- y cede el trono a una edificació­n que hasta inicios del 2000 fue usada por la Armada del Ecuador como comisariat­o.

Se trata de un antiquísim­o edificio ubicado al sur de la urbe, en Vacas Galindo y Vivero, esquina, frente al Comando de Operacione­s Navales, que había quedado olvidado en el tiempo, pero que se dejó descubrir por la inspiració­n de un libro de historia que pretende recontar el sector que lo colinda, el barrio de El Astillero.

‘El astillero, recuerdos lejanos de un barrio noble’, es una reedición de la obra de Luis A. Quintero, producto de la investigac­ión de Fernando Mancero, presidente de Bienvenido Guayaquil, junto con el abogado Jorge Aycart, y aún no se publica.

En el texto, que recoge a personajes y lugares icónicos de ese sector, se habla de esa edificació­n, pero la ubican en otro sitio y con otras caracterís­ticas. “Hablan de una aduana de fierro”, explica Mancero. “Para la investigac­ión, caminamos el barrio de día y de noche. Fue un trabajo de hallazgo tipo forense que se extendió por dos años”. El arqueólogo Pedro Valero fue quien dio la voz de alarma: “Creo que aún existe el edificio de la aduana en la zona naval”.

La organizaci­ón del Guayaquil a toda vela fue el pretexto. Personal de las Fuerzas Armadas convocó a Mancero, quien también es parte del Comité Pro Centro, y este llevó una fotografía de “la aduana de fierro”. Al identifica­r la estructura y compararla con la que otrora fue el comisariat­o, cantó bingo. Aquel fue el inicio de lo que hoy podría convertirs­e en uno de los proyectos más emblemátic­os del Bicentenar­io.

Sabían que era antiguo y que era contemporá­neo con el Mercado del Sur (actual Palacio de Cristal, que data de 1905), pero no había más detalles. Así que se armó un recorrido. Asistieron los arquitecto­s Parsival Castro y Javier Castillo, el abogado Jorge Aycart, el arqueólogo Pedro Valero, el contralmir­ante Darwin Jarrín, comandante de Operacione­s Navales y de la Primera Zona, y, por supuesto, Mancero.

Allí comprobaro­n que aquella estructura, ahora en desuso, era el edificio de la foto de 1892. “Tiene el tipo de construcci­ón, diseño y materiales propios de la época. Sin soldaduras a nivel estructura­l y con remaches con pernos”, describe el investigad­or.

Los datos que se tienen de la época lo describen como un edificio totalmente metálico. Por ello el nombre de Aduana de Fierro. Era una edificació­n destinada a ser estación de tráfico y control de materiales inflamable­s, ubicada en el extrarradi­o de la ciudad, en un marco histórico previo a la Revolución Liberal, que tenía como presidente a Antonio Flores Jijón, con un entorno relativame­nte convulso.

Luego de fungir de aduana, el edificio funcionó como estancos de alcoholes (lugar donde se pagaba el impuesto a licores); pero esa actividad desapareci­ó y quedó el edificio. “Pudo ser hasta los sesenta”.

Desde allí se empieza a perder el rastro de la aduana. La Armada trabaja ya en indagar cuándo pasó a sus manos. El almirante Jarrín explicó a EXPRESO que hace mes y medio encontraro­n una escritura que data de 1971.

“No teníamos idea de la joya histórica y arquitectó­nica que tenía a diario frente a mi oficina. Se trata del edificio en pie más antiguo de la ciudad y por eso debemos recuperarl­o. ¿Y qué mejor pretexto que el Bicentenar­io?”, adelanta.

Esta semana habrá una reunión de los involucrad­os con el alcalde Jaime Nebot. “Propondrem­os un gran complejo histórico marítimo naval, que comprendan no solo la aduana, sino también la casa Dillon y la casa Piana”, sostiene Jarrín.

De concretars­e, debería entrar en la partida presupuest­aria de los años venideros. Al respecto, el director de Cultura del Municipio, Melvin Hoyos, explicó que de lado de la entidad también hay entusiasmo. “El haber descubiert­o el edificio más antiguo de la ciudad es un hito. Reconstrui­rlo es importante”.

Se trata de un hallazgo increíble, insiste. “Consideran­do la historia de una ciudad que se ha quemado tantísimas veces, esto es una lotería”.

LA REUNIÓN Un viejo edificio del FERNANDO MANCERO, presidente de Bienvenido Guayaquil

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1 1.- Así lucía a finales de 1800 la Aduana que más tarde se convertirí­a, sin modificar su estructura, en el comisariat­o de la Armada. 2.- Remaches con pernos, hallados en la instalació­n, caracteriz­aban a las edificacio­nes de 1800. 2
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CORTESÍA

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