Oportunidad norcoreana para EE.UU. y China
No salta a la vista, pero Corea del Norte podría llegar a ser lo mejor para la relación entre Estados Unidos y China, desde el colapso de la Unión Soviética. Independientemente de si se llega o no a concretar este potencial beneficio, no es difícil entender por qué existe. La relación sinoestadounidense contemporánea nació casi medio siglo atrás, sobre la base de una preocupación compartida respecto a la amenaza que representaba la URSS para ambos países. Fue un caso de libro de texto que ilustró el viejo adagio: “El enemigo de mi enemigo es mi amigo”. Tal relación podría haber sobrevivido a casi a cualquier situación -excepto a la desaparición del enemigo común. Y, por supuesto, esto es precisamente lo que sucedió debido al final de la Guerra Fría en 1989 y la desaparición de la URSS a principios de 1992. La relación entre EE. UU. y China, sin embargo, mostró una sorprendente capacidad de resiliencia, encontrando una nueva lógica: la interdependencia económica. Los estadounidenses estaban felices de comprar grandes cantidades de productos manufacturados en China a precios relativamente baratos, cuya demanda proporcionó empleos a decenas de millones de ciudadanos chinos que se mudaron de las áreas agrícolas pobres a ciudades nuevas o en rápida expansión. Por su parte, EE. UU. estaba hipnotizado por el potencial de exportar al vasto mercado chino, que se encontraba hambriento de productos más avanzados, que quería pero que aún no podía producir. Muchos en EE. UU. también creían que el comercio le daría a China un mayor interés en preservar el orden internacional existente, lo que aumentaría las probabilidades de que su ascenso como una gran potencia sería pacífico. La esperanza relacionada era que la reforma política llegaría tras el crecimiento económico. Cálculos como estos llevaron a la decisión de EE. UU. de apoyar el ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio en 2001. Hoy, años más tarde, los lazos económicos que se habían convertido en el fundamento de la relación entre China
Muchos en Estados Unidos también creían que el comercio le daría a China un mayor interés en preservar el orden internacional existente...’.
y EE. UU. se han tornado, de manera creciente, en una fuente de fricción que amenaza dicha relación. China exporta mucho más a EE. UU. de lo que importa de este país, lo que contribuye a la desaparición de millones de empleos en EE. UU.; y China no ha abierto su mercado como se esperaba o no ha cumplido con las reformas prometidas. Todo lo antedicho nos lleva de retorno a hablar sobre Corea del Norte, cuyas armas nucleares y misiles de largo alcance son vistos por China como una amenaza genuina, no para sí misma, sino para sus intereses regionales. También se opone al sistema de defensa de misiles de Corea del Sur (adquirido de EE. UU. en respuesta a los despliegues de misiles de Corea del Norte). Mientras que EE. UU. no quiere vivir bajo la sombra de una Corea del Norte que posee misiles de largo alcance, capaces de llevar cargas nucleares a ciudades estadounidenses, y al mismo tiempo, no tiene apetencia por una guerra que resultaría costosa, desde todo punto de vista. Por lo tanto, China y EE. UU. tienen un interés compartido en cuanto a lograr que la diplomacia funcione y a garantizar que cualquier cumbre entre EE. UU. y Corea del Norte tenga éxito. El precedente de que las dos principales potencias mundiales trabajen juntas para resolver un problema con implicaciones regionales y globales podría proporcionar una base para la siguiente era de una relación bilateral que, más que cualquier otra, definirá la política internacional en este siglo.