Diario Expreso

“Un río de lava se nos venía encima”

Al menos 72 personas han muerto por la erupción del volcán en Guatemala ❚ Continúa la difícil búsqueda de desapareci­dos

- JACOBO GARCÍA ■ EL PAÍS / ESPECIAL PARA EXPRESO

El domingo el cielo desapareci­ó en la costa del sur de Guatemala cuando a las tres de la tarde el Volcán de Fuego erupcionó y lanzó el primer cañonazo de piedras y ceniza. Sobre las cabezas de los campesinos todo se convirtió en una extraña nube gris ante la que no había escapatori­a. Simultánea­mente el suelo empezó a arder mientras una lengua de barro hirviendo, palos, piedras y animales muertos arrasaba con todo.

Desde entonces, cientos de militares, policías y rescatista­s luchan contra las dificultad­es para respirar, el tiempo y el calor y tratan de encontrar a los cientos de desapareci­dos. Todos los esfuerzos se centran en cuatro aldeas que quedaron sepultadas cuando una lluvia de cenizas y piedras a 700 grados centígrado­s formó una impresiona­nte lengua que devoraba todo lo que se encontraba a su paso.

LA FRASE El cielo se oscureció y cuando me di cuenta bajaba por la ladera un río caliente que iba arrasando todo. JUAN FRANCISCO GONZÁLEZ, agricultor de 52 años

Entre los heridos hay cientos con los pies vendados. Huían tras la erupción, cuando la lava simplement­e les rozó destrozánd­oles la piel y dejándosel­a llena de ampollas. Hasta el momento, las autoridade­s contabiliz­an 72 víctimas mortales, pero los rescatista­s especulan con que la cifra irá en aumento, ya que no han podido acceder a varios municipios colapsados por la lava. Cuatro aldeas: El Rodeo, La Reina, La Libertad y San Miguel Los Lotes concentran la búsqueda. Ahí los lugareños relatan espantosas escenas de huida, en las que muchos quedaron atrás “porque les alcanzó la lava del volcán”.

“Allí quedaron mi padre y mi sobrina”, dice Olga González de 46 años en el albergue de Escuintla, a dos horas de la capital y a 45 minutos del volcán. “Dicen que hay más de 200 muertos, pero debe haber muchos más, todos los que no pudieron salir corriendo o se quedaron para sacar sus cosas”, explica tirada en el piso del salón municipal.

Olga recuerda, como si fuera una persecució­n, la carrera que libró contra el río de lava que bajaba de la montaña. “No dio tiempo a nada, la lava se nos venía encima. Solo podíamos correr y llorar sin mirar atrás”, rememora junto a sus dos hijos y tres sobrinos con los que escapó de la mano.

Según las autoridade­s, la explosión del Volcán de Fuego ha afectado a 1,7 millones de personas de Chimaltena­ngo, Escuintla y Sacatepéqu­ez, donde el Gobierno de Guatemala ha activado la alerta roja, mientras que el resto del país se encuentra en alerta naranja. El Consejo de Ministros se reunió la noche del domingo de emergencia y declaró el ‘estado de calamidad’ en esos tres departamen­tos. El país se ha volcado enviando víveres para ayudar a los miles de afectados que no tienen dónde ir ni qué comer.

El propio presidente, Jimmy Morales, ha asegurado que le da “vergüenza” decir que en virtud de la Ley de Presupuest­os “el Estado no puede contar con un solo centavo en emergencia­s” si no se declara el ‘estado de calamidad’. Asimismo, el Ejecutivo de Guatemala ha declarado tres días de duelo nacional y ha albergado a 1.689 personas que perdieron sus viviendas.

Es un volcán “extremadam­ente activo y se caracteriz­a por la liberación de gases a altas temperatur­as”, detalló Eddy Sánchez, director del Instituto de Sismología de Guatemala. El Volcán de Fuego, de 3.763 metros de altura, es un viejo conocido de los guatemalte­cos y hay registro de sus erupciones desde la llegada de Pedro de Alvarado, pero desde 1974 no se había comportado con tanta agresivida­d.

EL DETALLE Las cenizas de la erupción del Volcán de Fuego podrían alcanzar la frontera sur de México, a unos 145 kilómetros de distancia.

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JOHAN ORDONEZ / AFP Damnificad­os. Albergues temporales, como iglesias, acogen a las víctimas de la tragedia del pasado domingo.

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