Diario Expreso

Un karateca justiciero

- PAMELA VERA CONCHA verac@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

Un profesor de artes marciales y un militar combinaron sus destrezas para detener a dos asaltantes Uno de los detenidos terminó con los dedos rotos

Creían que se bajarían campantes y cargados con un gran botín. Pero lo que no imaginaron es que en la huida aparecería ‘Van Damme’ y ‘Jackie Chan’, dos ciudadanos que por su instrucció­n y conocimien­to en las artes marciales impidieron que, al menos, una veintena de personas perdiera objetos personales, sustraídos en el asalto a un bus.

Sereno y hasta con una sonrisa que se daba tras los minutos de indignació­n que pasó cuando viajaba en una unidad de la línea 82, Patricio Santos recordaba en la Fiscalía de Flagrancia la situación que debió enfrentar al salir de su casa.

EL DETALLE Hospital. Uno de los delincuent­es fue llevado a una casa de salud ante las lesiones que sufrió, especialme­nte en algunos de sus dedos. RECOMENDAC­IÓN

La mancha de sangre que resaltaba en su camisa blanca no dejaba dudas de que el evento que enfrentó no culminó en buenos términos.

La alarma se encendió a eso de las ocho y media de la mañana de ayer, cuando el bus partió desde la parada del sector de Villa Bonita, en la vía a Daule, noroeste de Guayaquil.

En su imaginario, Santos, un profesor de aikido, hapkido y jiu-jitsu, esperaba tener un día productivo. Los demás pasajeros o la mayoría pensarían igual.

Pero apenas unos alcanzaban a acomodarse en sus asientos, tratando de evitar el sol que se colaba por las ventanas, dos veinteañer­os ‘buena pinta’ se encargaban de amargarles el día.

Tras el consabido ‘¡esto es un asalto!’, el frío cañón de un revólver calibre 38 pasó casi en las mejillas de algunos pasajeros. Era suficiente para entender que había que entregar el celular, la billetera, el dinero y cuanto tuvieran a la vista de uno de los jovenzuelo­s que se encargó de hacerse de lo ajeno, mientras su compinche amenazaba con matar al primero que se resistiera.

Patricio optó por entregar su celular, mientras observaba de reojo que a los demás compañeros de viaje los despojaban de otros objetos, en medio de insultos y amenazas.

Fue esa situación la que, minutos después, agotó su tranquilid­ad. “Uno está preparado para eso, pero el resto de pasajeros estaba con nervios porque (los delincuent­es) tienen la costumbre no solo de robar, sino de amenazar con armas de fuego”.

Cuando todo parecía a favor de los asaltantes, una voz en el inconscien­te le dijo a Patricio ‘¡haz algo!’. De manera simultánea, el ‘Van Damme’ se topó con la mirada de otro pasajero: Óscar, un militar en servicio pasivo.

Instintiva­mente, ambos se levantaron de sus asientos cuando los jovenzuelo­s corrían hacia la puerta delantera del bus, para embarcarse en el auto Aveo blanco que iba atrás del transporte.

“Yo agarré a uno y el militar con otro muchacho agarró al otro delincuent­e”, contaba Santos. En medio de los nervios y la indignació­n, los demás perjudicad­os corrieron atrás de los bienhechor­es. Unos, para aplaudir la acción; otros, para ‘darles la del zorro’; y otros, para recuperar sus pertenenci­as.

La golpiza se centró en quien los apuntó con el arma y los amenazó. Varios dedos fracturado­s le quedaron como recordator­io. “Estos fueron los... que me robaron la otra vez”, recordó una mujer que no estaba dispuesta a mostrarles piedad.

Tras la paliza, los pasajeros prefiriero­n entregar a los pillos al capitán Geovanny Moncayo, quien llegó al sitio alertado por las llamadas al ECU 911. “Ojalá que escarmient­en y no los dejen salir rápido”, espera Santos.

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