Sacrificio del peón
De todas las maniobras políticas de Donald Trump que merecen aplauso, luego de ganar la presidencia, sin duda le sigue su “performance” la semana pasada. Me refiero al acercamiento histórico entre EE. UU. y Corea del Norte. Los medios de comunicación bombardearon sus páginas con el apretón de manos. Pero lo realmente interesante es cómo se preparó el terreno para el gran día. 72 horas antes de Seúl nadie hablaba sobre las victorias diplomáticas de Trump, sino del desastre que había resultado la Cumbre del G7 en Canadá. Trump lo hizo de nuevo. Atacó a sus aliados históricos. Los acusó de competencia desleal y amenazó con subirles aranceles. Parecía intencional. Y lo fue. Según Larry Kudlow, asesor económico de Trump, este no quería dar signos de debilidad. En dos días se reuniría con Kim Jong-un, donde no tenía otra opción que el tono no agresivo. Cambiar su discurso de “gordo y bajo” por “es un gran líder”. El desafío: que sus votantes modifiquen su imagen de fortaleza. Ataca a quienes puede darse el lujo de atacar (después de todo, sus palabras no afectarán la relación con países que ya tiene de su lado), y se porta bien con quien lo necesita. Tras adjudicarse este logro histórico, los líderes que hace una semana lo calificaban de insensato, no tuvieron más remedio que felicitar esta iniciativa de paz. La cumbre en Seúl tenía una mirada regional; con este movimiento Trump avanza en consolidar sus relaciones con Asia, una región que no está en el bolsillo de nadie. Esta semana Trump no perdió a Europa, y fue ganándose Asia. Ahora muchos se preguntarán: ¿qué se ha logrado (de verdad)? Existen críticas a que no hay compromisos, ni fechas exactas en el acuerdo. Eso es normal. Es una primera aproximación. Lo importante es que Corea del Norte entró a la diplomacia internacional, ganó legitimidad, está cerca de conseguir el levante de las sanciones; no arriesgará eso explotando alguna bomba. Ganó Trump, ganó Corea y ganó la humanidad. Bien jugado. Tanto así que termino citándolo: “El presidente Obama dijo que Corea del Norte era nuestro problema más peligroso. Ya no lo es, ¡duerman bien esta noche!”.