Colombia elige presidente
EDITORIAL
Pese a todos los comentarios destinados a extremar las posiciones ideológicas de los contendientes, los candidatos que hoy compiten en la segunda vuelta electoral colombiana son, básicamente, representantes del centro político, si al juzgarlos se piensa más en sus actuales pronunciamientos que en sus antecedentes.
Así, es marcadamente de centroderecha el candidato Duque y pese a su cercanía y gratitud con el expresidente Uribe, de ninguna manera es asumible que en caso de triunfar hoy, su mandato estará sometido a los dictámenes del expresidente que, por sus visiones respecto a cómo combatir a las guerrillas y otros giros de su discurso y su acción, está conceptuado como de extrema derecha. Duque tiene claro todo lo que en el campo de lo so- cial hay que hacer en Colombia.
Por su parte, Petro tampoco es hoy el feroz guerrillero de sus tiempos en el M19 y ya no está la lucha de clases entre sus visiones respecto a cómo lograr el desarrollo de su país.
Colombia, fuertemente polarizada entre el país político y el país nacional que destacaba Gaitán, ha debido por fuerza de las circunstancias, intentar aglutinarse en un esfuerzo común por no detener su progreso pese a lo duro de procurar hacerlo en medio de la guerra y el crimen organizado.
En cuanto a cómo afectarán los resultados a la relación con nuestro país, pareciera irreversible mantener el respeto por los acuerdos de paz pero, con seguridad la persecución de los grupos disidentes de las regiones del sur de Colombia obligará a mantener una permanente alerta en la frontera
Con un fuerte predominio de una de las candidaturas, Colombia elige hoy a su nuevo presidente’.
norte que, como bien se ha expresado, requiere sobre todo avanzar en desarrollo como instrumento generador de un ambiente de paz y buena convivencia.
La circunstancia de nuevos cancilleres obliga a mantener pronto un estrecho y fluido diálogo que evite el eterno recomenzar de las administraciones que se inician. Para Colombia y el Ecuador, felizmente, el tema de las fronteras se ha ido convirtiendo en un asunto de Estado en el que las propuestas de acción conjunta han crecido en magnitud y en aplicación. Todavía se dan casos como la inconclusa carretera en Mataje pero, es visible una mayor voluntad de trabajo integrado. Las lecciones que el abandono de ese comportamiento han brindado son de muy alto costo y cabe no olvidarlas.
Hoy Colombia elige en paz, sin muertos.