Historia y paternidad
La historia hace del padre memoria, avatares y mito. La paternidad no es un hecho biogenético. Es proceso-producto social, previo a engendrar y proveer. Es cuerpo-espíritu que se teje y desteje en la trama de la vida familiar, personal y colectiva. No se nace padre, se llega a serlo en la escena humana. No hay escuela ni títulos. Como simples y comunes mortales aprendemos. La academia de la vida nos escolariza en este rol difícil, complejo, problemático, peligroso, pero lleno de recompensas.
Es individual y se hace de cuerpo, piel, espíritu, razón, inspiración, imaginación y transpiración. La vida toma examen a diario. Para ello se debe tener despierta el alma y así aplicar lo aprendido. Por eso el padre no es el “jefe” de la tribu sino solo integrante de ella: la familia. La humanidad le dio la tarea social y psicocultural de aprender a enseñar sobre los “límites”, que son fijos, aunque flexibles y cambiantes. Por lo tanto se debe entender y tolerar a los hijos.
Ellos a su vez, deben saber que ese hombre, con defectos y virtudes, cuyo día mercantil se celebra hoy, hizo esfuerzos por ayudarlos a ser lo que son. Para ello transmitió apoyo, afectos y valores de vida que no terminan nunca. El mito dice que se es padre toda la vida. Por eso es relato y memoria.
No espera disculpas ni premio. Solo comprensión y ternura. La historia dice que la madre es creadora de vida, él es el actor que ayuda a sustentarla. Es quien acompaña a las posibilidades múltiples que se pueden crear. Es más experiencia y sabiduría que ingenua inocencia. Esto deben saber los hijos, pero callan. Él se equivocó pero también tuvo aciertos. Cumplió lo que la vida le asignó y lo que escogió; aquello que le permitió transmitir parte de él y de lo que no tenía. Pero lo aprendió por ser padre. Ojalá eso recuerden los hijos hoy. Todos saben que “el viejo” no requiere fiesta sino amor y compañía. No dice de su soledad: la guarda en el alma. Es un hombre que hizo esfuerzos para enseñarnos aprendiendo. Por eso merece reciprocidad. Hoy tiene paso lento, mirada cansada y el horizonte final al frente.
Tal como ya se dijo, se es padre toda la vida. También se es hijo por siempre. La relación padre-hijo es de afecto-apoyo, historia y espíritu de vida plena.