El poder de empoderar a refugiados
En una pequeña comunidad cerca de la línea ecuatorial, niños de diversos países asisten a clases en una de las mejores escuelas primarias de la región, pues tiene una banda de bajos, granja, un colectivo de artistas, club literario y otro de microfinanzas, y grupos de apoyo a víctimas de violencia doméstica. Incluso un programa de tutorías para ayudar a las niñas afectadas a continuar sus estudios. No está en un país rico con recursos ilimitados, sino en un campo de refugiados en Uganda occidental. Se financia por refugiados que funcionan con un presupuesto ajustado y es un modelo para empoderar a refugiados en otras zonas. Comenzó en 2005. Con poca comida y acceso limitado a atención de salud, luchábamos por sobrevivir; la educación formal estaba fuera de cuestión. Como sabíamos que la educación era clave para la prosperidad, nos enseñamos unos a otros lo que buenamente podíamos. Los estudiantes mayores hacían de tutores de los menores, y todos trabajábamos para pagarnos libros de texto y uniformes. Con el tiempo, estas semillas acabaron por florecer y convertirse en Ciyota, una organización de voluntarios jóvenes que imparte iniciativas de capacitación, así como la escuela Coburwas (su nombre alude a los países de origen de los niños del asentamiento: República Democrática del Congo, Burundi, Ruanda y Sudán del Sur). Hoy más de 1.500 estudiantes están inscritos en escuelas primarias iniciadas por Ciyota y sus exalumnos. Más de 700 alumnos se han graduado de la escuela secundaria, más de 40 exalumnos asisten a grados avanzados en universidades de todo el mundo, nuestros graduados han recibido becas de la Fundación Mastercard por su aptitud académica, conciencia social y cualidades de liderazgo, y nuestros exalumnos han asistido a la Academia Africana de Liderazgo, una de las instituciones preeminentes de altos estudios de África. Comprendiendo que los niños aprenden mejor cuando cuentan con sólidos sistemas de apoyo tras ellos, también trabajamos con los padres y los miembros de sus comunidades para dar una mayor prioridad a la educación. Nuestros planes son ambiciosos: queremos transformar África mediante la ampliación del acceso al conocimiento a los estudiantes pobres y encontrar un cupo en la escuela es solo el primer paso; queremos inspirar a los niños a convertirse en líderes y emprendedores, y que apliquen las habilidades aprendidas en la escuela para que mejoren sus comunidades y países. Como refugiados, nuestro objetivo siempre ha sido empoderar a través de la autosuficiencia. Pero para ejecutar incluso los mejores planes son necesarios recursos importantes. Hoy, cerca de 1,5 millones de desplazados viven en el país, y a medida que los conflictos regionales se intensifiquen, la cifra probablemente aumente. Otros países rechazan la llegada de los refugiados, Uganda mantiene abiertas sus puertas. Queremos que los refugiados jóvenes del mundo se inspiren con nuestra experiencia. Los recién desplazados necesitan alimentos y apoyo de emergencia, pero mientras más tiempo estén lejos de sus hogares, más necesitan de acceso a instituciones que les permitan la autodeterminación. Con empleos, tierras y escuelas, los refugiados pueden recuperar algo que perdieron cuando huyeron: la esperanza.
Los recién desplazados necesitan alimentos y apoyo de emergencia, pero mientras más tiempo estén lejos de sus hogares, más necesitan de acceso a instituciones que les permitan la autodeterminación’.