Inhabitadas por más de dos años
vagabundos y delincuentes la convirtieron en un lugar donde guardaban objetos robados. “Los de abajo no podían subir y los de arriba no podían bajar”, dice.
Por ahora el barrio no ha denunciado robos, pero lo que sí molesta, dicen los vecinos, son las ratas, cucarachas y mosquitos que se acumulan entre la maleza que rodea al inmueble.
Una de las características de las casas abandonadas es la falta de guardianía. A la mayoría solo las protege un oxidado candado al que los vagabundos burlan cuando quieren.
Milena Hernández, moradora de la ciudadela Bellavista, vive cerca de un inmueble en que la policía ha intervenido por varias ocasiones, desalojando personas e incautando estupefacientes. Ella recuerda haber visto que en el inmueble las colchonetas y cartones llenaban las salas de la casa y encima de estos, había personas sentadas y acostadas consumiendo droga. Eran más de 20, de diferentes edades entre mujeres y hombres.
En la misma ciudadela hay otra casa deshabitada. Una vecina comenta que desde hace varios meses esta no guarda a los vagabundos, porque “aparentemente sus dueños o el Municipio la limpiaron” y cortaron la maleza. Pero teme que con el tiempo la inseguridad e insalubridad vuelvan, atraídas por la vivienda.
Así, mientras el Municipio o los propietarios no pongan fin a esta situación, estas casas abandonadas seguirán llenando de problemas y quejas a los vecinos.