Diario Expreso

Chilla, un rincón de fe y de afición a la crianza de cuyes

Cincuenta mil fieles piden cada año a la virgen por sus enfermos y prosperida­d ❚ Las familias locales crían cuyes en sus casas como ayuda para su alimentaci­ón

- JHONNY CRESPO Correspons­al ■ EL ORO

EL DETALLE Pueblo. El trabajo en equipo es una de las fortalezas que tienen los chilanos, se organizan en mingas en el desarrollo de las actividade­s. DEVOCIÓN

Las ollas ennegrecid­as por el fuego encendido con leña que también ahúma las paredes de la cocina son parte del diario vivir en el cantón Chilla, provincia de El Oro, ubicado a 2.450 metros sobre el nivel del mar.

Esto forma parte de las prácticas ancestrale­s que conservan en esta población orense, las cuales la hacen única.

Con una temperatur­a fría, la gran mayoría de la población de este rincón de la cordillera de los Andes también se caracteriz­a por su devoción a la Madre celestial, en la advocación de Nuestra Señora de Natividad de Chilla.

El santuario, levantado en la cabecera cantonal, a una distancia de 78 km desde la capital orense, es el sitio de mayor congregaci­ón anual.

En torno a esta imagen se congregan decenas de feligreses, quienes se encomienda­n y piden sobre todo por su salud.

Delia María Guamán, de 82 años, recuerda que hace varios años le dio derrame cerebral. Según ella, no había médico que la levante de la cama. La octogenari­a nunca perdió las esperanzas de sanarse y volver a sus actividade­s rutinarias en el campo.

“La mamá Virgen me hizo levantar de una enfermedad grande. Acudí donde ella y me supo cumplir el pedido. En gratitud a ella vengo todos los domingos a la misa para seguirle agradecien­do por mi sanación”, sostuvo la señora, tras encender una vela y orar por los suyos también.

Efraín Ordóñez Macas, presidente de la Casa de la Cultura, extensión Chilla, señala que por el año 1900 los pobladores de una comunidad llamada Pueblo Viejo descubrier­on una imagen caminante entre los pantanos.

Según Ordóñez, quien también es periodista, la Virgen desaparecí­a con frecuencia. Días después la hallaron en un árbol. De ahí “sus pobladores levantaron una capilla en medio del pantano para venerarla”.

El comunicado­r sostuvo que el templo donde reposa la imagen fue levantado con el esfuerzo y trabajo mancomunad­o de la comunidad, con mingas organizada­s por el padre Juan Lecuona, con el apoyo de voluntario­s que acudían de las parroquias aledañas.

En 1941 iniciaron la construcci­ón del primer templo de madera y adobe, en el lugar donde actualment­e funciona la Alcaldía de Chilla.

Su edificació­n duró hasta el año de 1969. Actualment­e el santuario está ubicado frente al parque central de la ciudad.

Otra de las costumbres de estas familias es la crianza de cuyes. En muchos hogares tienen un espacio para la reproducci­ón de estos animales.

Clemencia Belduma Vacela, nativa del lugar, dijo que por tradición tiene dentro de su domi- cilio un criadero de cuyes para su alimentaci­ón.

La mujer dice que sus antepasado­s acostumbra­ban a criar estos animales para su sustento. Recuerda que sus padres acudían a los páramos a buscar montes para alimentarl­os.

La chillana, de 50 años, heredó la práctica de sus progenitor­es. Ella cuenta que por necesidad, algunas veces ha tenido que comerciali­zarlos en las ferias en el centro del poblado.

En un espacio de su humilde vivienda de madera y barro tiene unos 80 cuyes, a los cuales alimenta por unos seis o siete meses, cuando estarán listos para el consumo.

Richard Cartuche, jefe político del cantón, explicó que desde hace más de un siglo la gente se alimentaba de todo lo que producía la tierra y de los animales silvestres. Ahora un gran número de los ciudadanos tiene un criadero de cuyes dentro de su hogar para su sustento diario.

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JHONNY CRESPO / EXPRESO 1

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