El tonto del pueblo
Cuando el Internet apareció, difícilmente podíamos imaginar el alcance e impacto que iba a tener a futuro, ni las posibilidades que presentaría con el desarrollo de las redes sociales. A partir del Internet se ha potenciado la interacción social y el desarrollo de comunidades virtuales desde donde se debaten todo tipo de temas y desde donde también se refuerzan comportamientos y posiciones ideológicas, ya que como afirma Manuel Castells: “el Internet es un instrumento que desarrolla, pero no cambia los comportamientos, sino que los comportamientos se apropian de Internet y, por tanto, se amplifican y se potencian a partir de lo que son”.
Vemos cada día en las redes sociales de nuestro país cómo debates sobre temas fundamentales que deberían sustentarse en argumentos sólidos y científicos se degeneran con posiciones dogmáticas de quienes se arrogan el derecho de ser portadores de la verdad y de representar a todos los ecuatorianos. Como alguna vez dijo Umberto Eco: “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas … El drama de Internet es que ha promocionado al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad”.
Lo vemos a diario con personas que elevan a las redes sociales y convierten sus posiciones dogmáticas en verdades indiscutibles, a legisladores que usan su curul y espacio de elección para evidenciar públicamente su ignorancia
A partir del Internet se ha potenciado la interacción social y el desarrollo de comunidades virtuales desde donde se debaten todo tipo de temas’.
y fundamentalismo, y a columnistas de opinión que usan la libertad de expresión para agredir e incitar al odio.
Cuando Joseph Goebbles, ministro de Propaganda del Tercer Reich decía que una mentira repetida mil veces se convertía en verdad, desconocía las posibilidades que las redes sociales tendrían de amplificar las posiciones de quienes pontifican desde el fundamentalismo. El tonto del pueblo convertido en referente de temas de debate. Goebbles estaría feliz.