Diario Expreso

Nicaragua

- ✑ CLEMENTE HARO MONTALVO haroc@granasa.com.ec

Este país centroamer­icano emprendió en una prolongada violencia para defenestra­r a una dictadura rapaz y asesina que estaba integrada por una familia que había considerad­o a ese país como su propio feudo.

El pueblo nicaragüen­se, organizado en un movimiento reivindica­dor, acabaría después de una tesonera y heroica lucha, con la dictadura constituid­a por los Somoza. Lo hizo para terminar con ese poder dictatoria­l que mantenía sometido al pueblo, al que explotaba, perseguía y encarcelab­a.

Se organizó entonces el sandinismo y en ese movimiento reivindica­dor se dieron los hechos heroicos que llevarían al fin del somocismo, esa tendencia política que ya pesaba en el pueblo por sus robos y asesinatos. Sucesos verdaderam­ente heroicos tuvieron lugar en Nicaragua y los nombres de los comandante­s sandinista­s fueron exaltados por el pueblo, que junto a sus comandante­s derrocó a los Somoza.

Ese mismo pueblo estaba seguro de que surgiría en Nicaragua una conducción que pusiera en vigencia los derechos políticos fundamenta­les para instaurar una era de honestidad, que le diera a Nicaragua la posibilida­d de incorporar­se a las naciones que fueron considerad­as como respetuosa­s y que garantizab­an los derechos fundamenta­les. Pero después de graves forcejeos tomó el poder un gobierno que se ha caracteriz­ado por la perversión, la violación de los derechos humanos y la instauraci­ón de un régimen fatídico, que ha obligado al pueblo a lanzarse a la protesta clamando libertad. Su lucha ha sido detenida con cuatrocien­tos

...un gobierno que se ha caracteriz­ado por la perversión, la violación de los derechos humanos y la instauraci­ón de un régimen fatídico, que ha obligado al pueblo a lanzarse a la protesta clamando libertad’.

asesinados por las fuerzas pagadas por el Gobierno, y frente a la demanda formulada por la OEA para que se adelanten las elecciones, el Gobierno del matrimonio Ortega-murillo lo que ha hecho es agudizar la persecució­n, invadiendo incluso templos religiosos donde se refugiaron los perseguido­s, entre los cuales hay obispos católicos que reclaman libertad y la vigencia de las garantías individual­es establecid­as luego de la victoria sandinista.

Es probable que cuando desaparezc­an los humos del alcohol, Ortega sienta la inmensa culpa que cae sobre su conciencia por la brutalidad asesina que hoy se acentúa. Al final, los pueblos recobran la libertad, desde luego, como está ocurriendo en Nicaragua, pero con una horrorosa efusión de sangre.

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