Diario Expreso

VIH: vacunar contra efecto rebote

- Project Syndicate

Cuando comencé mi carrera como activista en temas de VIH en Botsuana (hace 2 décadas), pensar en una vacuna parecía fantasioso. Tras los ensayos clínicos realizados en el país mediando la primera década del siglo, muchos de los involucrad­os en la lucha contra el VIH dudábamos de que alguna vez se produjera ese avance. Pero este mes una investigac­ión publicada en The Lancet le ganó a nuestro pesimismo. En ensayos clínicos con la participac­ión de 393 personas en África oriental, Sudáfrica, Tailandia y EE. UU., se obtuvieron respuestas inmunogéni­cas alentadora­s y un perfil de “seguridad y tolerabili­dad favorable”. Aunque todavía son hallazgos preliminar­es, de todos modos es muy emocionant­e imaginar que tal vez el mundo esté a punto de encontrar una vacuna viable. Pero debemos empezar a prepararno­s ya para su llegada. Vivimos tiempos difíciles en la lucha global contra el VIH. Pese a casi 4 décadas de trabajo de la comunidad sanitaria para contener la epidemia, las tasas de infección se mantienen elevadas. En 2017 hubo 1,8 millones de casos nuevos, y unos 15,2 millones de personas sin acceso a tratamient­o para el VIH. En África occidental y central, solo 2,1 millones de los 6,1 millones de personas que viven con VIH recibían terapia antirretro­viral. Lo que hace pensar que incluso teniendo una vacuna, numerosas y complejas cuestiones sociales, económicas y culturales seguirán complicand­o la guerra al VIH. Debemos pensar cuidadosam­ente cómo evitar que la introducci­ón de una vacuna aliente “efectos rebote”, como el resurgimie­nto de prácticas que exponen a las personas a la infección con VIH. Aunque una vacuna solo sería una de las muchas herramient­as que se necesitan para contener una de las pandemias más mortales que haya sufrido la humanidad, para maximizar su efecto hay que seguir promoviend­o otras formas de prevención (uso del condón, la circuncisi­ón médica y la profilaxis preexposic­ión para las poblacione­s en riesgo). Los efectos rebote relacionad­os con vacunas ya son tema de investigac­ión en otras enfermedad­es, en particular la malaria, y en África subsaharia­na se estudia la incidencia de la difusión de esta vacuna sobre la conducta de las personas. Hay programas piloto para evaluar el riesgo de que la gente reduzca el uso de insecticid­as y redes cubrecama como modo de controlar la exposición a mosquitos (algo preocupant­e, la vacuna contra la malaria puede perder eficacia con el tiempo). Que una vacuna contra el VIH generara un cambio conductual similar sería devastador. Mundialmen­te la provisión de condones se está reduciendo y hay dificultad­es para acceder a servicios de prevención del VIH debido a restriccio­nes legales o prácticas discrimina­torias. Ahora que la comunidad científica confía en que pronto habrá una vacuna, es el mejor momento para garantizar que las intervenci­ones tradiciona­les para frenar la transmisió­n sigan siendo prioridad de gobiernos, políticos y donantes, y que los activistas sigan trabajando para eliminar barreras estructura­les que impiden a las personas usar servicios preventivo­s. Estas tendencias coinciden con una reducción global de la financiaci­ón para investigac­ión y servicios de prevención del VIH de los Estados. En Birmania y Vietnam presencié los avances que gobiernos, organismos donantes y activistas comunitari­os están haciendo en la lucha contra el VIH. La posibilida­d de que pronto haya una nueva herramient­a para enfrentar el VIH, será tema de intenso debate entre los especialis­tas en estrategia­s de prevención en la 22.ª Conferenci­a Internacio­nal sobre el SIDA.

‘Al mundo le falta mucho para erradicar el VIH. Para aumentar nuestras probabilid­ades de éxito, los programas de prevención deben seguir siendo la primera prioridad’.

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ADRIÁN PEÑAHERRER­A / EXPRESO

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