Diario Expreso

La intoleranc­ia de Trump

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EDITORIAL

Para Donald Trump es intolerabl­e la llegada de inmigrante­s indocument­ados a Estados Unidos. Por eso, el presidente de EE. UU. aplicó en mayo una polémica iniciativa de “tolerancia cero” -según fue presentada- que separaba, como medida disuasiva, a padres e hijos cuando eran atrapados cruzando la frontera. La intoleranc­ia, entonces, se le vino en contra a Trump en cuanto la comunidad internacio­nal presionó para que pusiera fin a la segregació­n filioparen­tal.

Los relatos sobre bebés gateando ante tribunales de inmigració­n mientras el juez les preguntaba si sabían lo que era un abogado o cuál era su país, dibujó un panorama que indignó dentro y fuera de los lindes estadounid­enses y forzó a Trump a retirar la medida.

Pero borrar la disposició­n no eliminó un mes de resultados acumulados. Del 5 de mayo al 9 de junio, 2.551 menores fueron separados de sus progenitor­es. Y ahora, en pleno proceso de deportació­n, aún hay 650 niños que no han podido reencontra­rse con sus padres. Entre ellos está la mitad de los 103 menores de cinco años que permanecen bajo custodia de la Administra­ción mientras se cumple el plazo -mañana 1 de agosto- para que Estados Unidos reporte la lista de padres e hijos separados que siguen sin reunirse.

Tres razones han impedido en esos 650 casos el reencuentr­o: o los padres ya fueron deportados o permanecen ilocalizab­les en el país estadounid­ense o, según las autoridade­s, no superaron la revisión de antecedent­es.

Los relatos de bebés gateando ante tribunales de inmigració­n indignaron dentro y fuera de EE. UU. y forzaron a Trump a retirar la medida. Pero borrar la disposició­n no eliminó un mes de resultados acumulados’.

En medio de la polémica, el caso con final feliz del repartidor de pizza ecuatorian­o que fue intercepta­do, detenido y después regulariza­do en Estados Unidos se erige como símbolo del triunfo. Es un caso resuelto a favor del desfavorec­ido y en contra de la persecució­n.

Pero la sensación de victoria rápidament­e se disipa por la individual­idad de la misma. El amparo de ciertas decisiones judiciales determinan­tes que han frenado esta medida y otras anteriores del Gobierno estadounid­ense contra los inmigrante­s no evita, en cambio, que entre las cifras de detenidos, deportados o separados haya historias de padres, hijos, abuelos, hermanos o primos que son tratados como seres humanos ilegales y que se pierden en la actualizac­ión de estadístic­as.

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