Incendios mortales en Grecia: qué hay detrás
La semana pasada una calamidad bíblica se abatió sobre el Ática. En el aeropuerto de Atenas, donde despedía a mi hija que partía a Australia, un fuerte olor a madera en combustión me hizo mirar al cielo y a un pálido sol envuelto en la oscuridad diurna que solo un eclipse, o una espesa y alta columna de humo pueden causar. Al atardecer llovieron noticias. Las casas de muchos amigos y parientes en el este de Ática estaban destruidas. Incendios forestales descontrolados se habían extendido hacia la densamente edificada línea costera, aislando los pueblos de Mati y Rafina de Atenas, obligando a los residentes a huir hacia el mar. Las llamas destruyeron las casas de activistas de nuestro movimiento político en Mati, pero al menos habían podido salir con vida. Los vecinos de al lado perecieron, en cuclillas, con su hija de tres años, en un abrazo estremecedor. Una amiga y su marido están desaparecidos y su hogar destruido. Un primo huyó del incendio de su casa, construida sobre un acantilado a la orilla del mar, saltando desde 70 m de altura a las peligrosas aguas; felizmente, lo rescataron unos pescadores. Pero otras 26 personas sucumbieron bajo el humo y las llamas antes de alcanzar el agua. La cifra oficial de muertos es 81, con una cantidad no determinada de desaparecidos. No tengo palabras. ¿Por qué pasó? Un invierno seco agostó grandes extensiones de bosques y arbustos en un día con temperaturas de 39° Celsius (102° F) y vientos con ráfagas de 130 km/h, y fueron pasto de las llamas. El clima conspiró con los fracasos crónicos del Estado y la sociedad griegos, y convirtió un incendio forestal en un infierno mortal. El modelo económico griego de posguerra se basó en un desarrollo inmobiliario anárquico, sin planificación, por lo que se construyó en cualquier lugar (desfiladeros y bosques de pinos). Eso nos dejó a merced de terribles incendios forestales en verano e inundaciones repentinas en invierno. A este fracaso colectivo contribuyó la perpetua falta de preparación del Estado griego, que no ha limpiado durante invierno y primavera los campos y bosques de material combustible acumulado, ni creado y mantenido vías de escape para residentes, delitos usuales de la oligarquía por la instalación ilegal de vallados en la costa en torno de las villas con frente al mar a efectos de privatizar la playa. Muchas personas murieron o sufrieron graves heridas luchando contra los cercos de alambre de púas que los ricos habían puesto. Y no hay que olvidar la culpa colectiva de la humanidad: el cambio climático acelerado que potencia fenómenos naturales. Aunque el gobierno greco insinuó que tal vez fue intencional... para no tener que admitir su falta de preparación y el no haber adoptado y fiscalizado leyes y regulaciones de seguridad apropiadas. ¿Tuvieron las medidas de austeridad y la actual Gran Depresión griega algo que ver con la ineficacia de la respuesta? Los servicios de ambulancias, bomberos y hospitales tienen terribles faltantes de personal. A la UE no se la puede responsabilizar por los incendios o por 70 años de abuso del entorno natural por parte de la sociedad griega, mas es indiscutible que la troika de acreedores oficiales de Grecia (CE, BCE y FMI) lleva una década privando activamente al Estado griego de recursos y capacidades que se necesitan en situaciones como esta.
Cualquier hora es buena para confrontar a la troika por la camisa de fuerza de una austeridad sin sentido y unas políticas sociales misantrópicas, que crearon una crisis humanitaria permanente en Grecia’.