Diario Expreso

El olvido de la diosa de ébano

Hilda Thomas fue pionera local en el modelaje desnudo y posó para artistas en el exterior ❚ Ahora sufre de alzhéimer y reside en el asilo Carlos Luis Plaza Dañín

- VALENTINA ENCALADA guayaquil@granasa.com.ec HILDA THOMAS exmodelo

Lucía vestidos coloridos, turbantes preciosos y grandes joyas. Pintaba sus ojos con una pronunciad­a línea negra que cubría la mayor parte de sus párpados. Ahora, de sus prendas atrevidas solo conserva tres turbantes: dos sencillos que suele usar de vez en cuando y un tercero, largo, que olvidó para siempre cómo atar a su cabeza. No recuerda la mayor parte de su vida. Así es el alzhéimer.

En el Guayaquil de antaño, en la década de los setenta, Hilda Thomas hizo tambalear los conceptos de las familias sobre las buenas costumbres. Su piel como ébano, una cabellera frondosa y entrelazad­a. Su rostro de diosa y sus ganas de sobresalir como modelo en un sistema machista, inspiraron a varios artistas ecuatorian­os y la llevaron a posar para grandes pintores, entre los que cita a Picasso.

Se enamoró y se casó con el pintor argentino Edmundo González cuando él tenía 47 años y ella, apenas 20. Recorrió infinidad de países acompañand­o al que llama el “único amor de su vida”. Dejó su patria, sus amigos, su comodidad y -como un alma libre- entró al mundo del arte europeo como musa de inspiració­n.

Juntos vivieron en Quito, Tucumán (Argentina) y Perú. Viajaron a Europa en un barco bananero. Visitaron Libia, las Islas Canarias, Venecia, Verona, Roma. Fue en esos 5 años, cuando Picasso la convirtió al cubismo y con su figura exótica en el mundo occidental, posó -según recuerdan sus allegadosp­ara grandes exponentes del arte del siglo XX.

La salud de Hilda comenzó a deteriorar­se en 2008 a sus 73 años, tras una serie de incidentes. Además de iniciar su alzhéimer, un bus urbano la atropelló camino a casa del artista Tony Balseca, quien trabajaba en ese entonces en la fase final de una escultura al desnudo para la que Hilda posaba. La obra posteriorm­ente fue parte de una subasta organizada por el Museo Antropológ­ico de Arte Contemporá­neo, para ayudarla a salir de la crisis.

EL DETALLE Hilda Thomas ahora tiene 83 años de edad. Desde hace 5 vive en un asilo. También posó desnuda para estudiante­s de la escuela de Bellas Artes. LA FRASE Todo el mundo está ocupado, casi no vienen (a verme) pero yo lo dejo pasar. Yo me siento bien.

“Una mujer imponente”. Así la recuerda Cristian Levi productor cultural y amigo cercano de ella- con su maquillaje estilo cleopatra y su turbante. “No le temía a nada, ella vivía su presente”. Hoy, esa mujer de carácter fuerte, necesita compañía para salir a la calle, pues corre el riesgo de no reconocer su camino de regreso.

A medida que Hilda fue perdiendo la memoria, sus pertenenci­as también fueron desapareci­endo. Nunca fue buena administra­ndo el dinero; tal como lo admitía hace cinco años cuando hablaba de ‘La tertulia de Hilda’, restaurant­e que abrió junto a Edmundo en 1982, ya de vuelta en Ecuador.

Ubicado en Hurtado y Lizardo García, en el sitio vendían platos típicos ecuatorian­os y de cocina internacio­nal. Ella era experta en mariscos, por eso la hueca se mantuvo por trece años, hasta cerrar por falta de fondos.

Al preguntarl­e para cuántos artistas ha posado, sonríe con una expresión que pareciera decir que no importa para cuántos, sino para quiénes. “Yo me atreví lo que otros no, a pintores de aquí y cuando viajé con mi esposo por todo el mundo”.

A Hilda nada le sorprende, porque sabe que lo vivido fue disfrutado. “El arte para mí es importante, es mi vivencia y parte de mi pasado”.

La mujer del sincretism­o cultural fue grande una vez. “No puedo pedirle más a la vida, porque la vida me lo dio todo. Yo he sido amada y mi hombre me amó hasta la muerte”.

Hilda fue sencilla pero nunca simple y sus fotos desafiante­s quedarán en la memoria de Guayaquil, aunque ya no en la de ella.

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VALENTINA ENCALADA /EXPRESO Carácter. Hilda Thomas mantiene su espíritu alegre y dice sentirse bien.

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