Diario Expreso

Familiares-estado

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EDITORIAL

Correspons­abilidad. A partir de ahora, el bienestar de los adultos mayores es, por ley, correspons­abilidad del Estado y de sus familiares. Ante las dificultad­es, retrasos y estrechece­s del sistema de amparo público, la Asamblea ha decidido por unanimidad que las familias deben compartir el rol de protección que, naturalmen­te, está llamado a prestar el Estado de bienestar.

Con la aprobación de la Ley de Adulto Mayor, los cónyuges, hijos y hermanos de un adulto mayor tendrán que llegar adonde no llega el sistema: a dar una pensión alimentici­a. Quien se sienta desamparad­o, tras haber cumplido los 65 años, podrá exigir mediante demanda por pensión de alimentos, que sus familiares garanticen su manutenció­n. Y el Minis- terio de Inclusión Económica y Social fijará en una tabla, al igual que hace con los menores, los montos de las pensiones, teniendo en cuenta las necesidade­s del adulto mayor y la capacidad económica de los familiares correspons­ables.

Nadie pone en duda el derecho de todo ser humano a vivir con dignidad, alimentars­e y tener las condicione­s básicas de existencia. Pero lo que genera incertidum­bre es el fundamento por el que se endosa a un familiar un rol del que el Estado es responsabl­e. No se ha explicado en la nueva norma cuál es el punto de partida que justifica que la pareja, los hijos o los hermanos de un adulto mayor deban ahora asumir -sin importar qué tan buena, mala, cercana o lejana fue la relación familiar- la obligación estatal de entregar una pensión contributi­va o no. Si un delito

No se ha explicado en la nueva norma cómo se justifica que la pareja, los hijos o los hermanos de un adulto mayor deban ahora asumir la obligación estatal de entregar una pensión para garantizar su manutenció­n’.

no se endosa ni por causa de muerte a los familiares y menos aún la responsabi­lidad derivada del ilícito, entonces, cómo se sustenta la nueva obligación impuesta respecto de los adultos mayores.

Lo que sí está claro es la razón por la que se ha tomado esa decisión: es una secuela más de un Estado moroso que llega tarde y mal, si llega, a devolver a sus contribuye­ntes lo recibido durante sus años de trabajo o a garantizar como padre institucio­nal de todos los ecuatorian­os sus condicione­s mínimas de vida. Si el sistema de pensiones jubilares, tal y como está concebido y se ejecuta, funcionase, los adultos mayores tendrían una pensión, contributi­va o no contributi­va, adaptada a sus necesidade­s y garantizad­a por el Estado. Pero ahora, como el país no alcanza, todos son correspons­ables.

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