Ciudad, cívica y política
De Aristóteles al presente sabemos que toda ciudad es necesariamente una sociedad política; al igual que los ciudadanos que la habitan y hacen. Esto sucede aunque no sean militantes de partidos u organización alguna. Así, desde esta perspectiva, no es posible pensar y sostener que las urbes son solo espacios, sitios arquitectónicos y lugares habitados por diferentes sectores socioeconómicos, étnicos y culturales. Tal idea es ilusoria. No corresponde a los hechos, a la realidad histórica ni a las certezas que de ellas emanan cotidianamente.
En la medida en que la política, al igual que sus líderes, organizaciones e ideologías han devenido en espantajos, superficialidad y formas banales, las sociedades parecen no solo alejarse y desinteresarse, sino incluso renegar de ella. De ahí que no llamen al asombro las muestras constantes y crecientes de “indiferencia”, apatía y hasta total despreocupación hacia lo que ella y sus partidos plantean para las urbes, las sociedades y el país. Esto ha hecho necesario, cada vez más, que quienes comprenden este proceso de desgaste, los signos de obsolescencia y la incapacidad de las élites para reconstituir la política, afirmen que estamos ante un grave problema: la despolitización masiva, creciente y constante. Por eso de un tiempo acá han aparecido los ‘outsiders’, que como líderes improvisados captan la atención de los ciudadanos.
Los estudiosos de este fenómeno consideran que solo hay una vía para atenuar este debilitamiento de la ciudadanía que se da por la anomia y el desinterés político. Estiman que para corregirlo se deben impulsar planteamientos, postulados y acciones cívicas. Únicamente por esta vía se impediría que la apolitización prospere y que, por lo tanto, la desciudadanización continúe avanzando a galope.
Son las organizaciones sociales, las escuelas y los maestros quienes deben atender este problema y realizar tareas cívicas que no sean contaminadas por los politicastros. Deben aceptar que es responsabilidad de todos y asumirla, mas no como acción ideológica, porque no lo es. Recuperar, fortalecer y reposicionar el civismo es deber de todo hombre y mujer que se preocupe por el futuro de la sociedad.
EL GAVIERO